Capítulo 2.

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Enfrentamiento.

Llevo unas pocas horas en este país, el Jet aterrizó hace poco y ahora me movilizo hasta el lugar que me va a albergar durante mi estancia aquí. El viaje me dejó hecho trizas lo que ocasiona que el viaje en auto no sea el mejor, en la camioneta que voy se encuentra únicamente Hans como mi hombre de confianza, al contrario de  los demás vehículos que vienen atrás los cuales llevan en su interior al resto de mis hombres, al igual que a Mike y Alessandra que vienen juntos en el vehículo a mi derecha.

Para que las Triadas no tuviera conocimiento de mi llegada decidí hospedarnos en un motel de mala muerte en el centro de Shanghái ya que no nos alejaremos más, y menos cuando estamos en regiones dónde no tengo los suficientes recursos al lado de mis enemigos. Hay mucha razón en lo que dice Vito «cada mafia es más fuerte si se encuentra en su país natal» y territorialmente hablando ellos me llevan ventaja.

Nuestro paradero aparece sacándome del vehículo para entrar al establecimiento, este lugar de estos lugares dónde no quieres llegar a parar ni por equivocación, la infraestructura del pequeño edificio daba la sensación de ser algo crudo, sin terminar.

—No quiero que nadie me esté jodiendo, al primero que se le ocurra entrar a mi habitación le lleno la cabeza de balas. —mis hombres asiente.

Me encierro en la última habitación del primer piso del "hotel" buscando descansar un poco cosa que me es imposible el dolor de cabeza me vuelve a tomar, lo intento ignorar pero este incrementa al paso de los minutos ocasionando que me levanté en busca de un analgésico que contrarreste el dolor.

Salgo de la habitación encaminándome al pasillo que se encuentra solitario, y a la vez tenue ya que las pocas luces con las que cuenta el lugar parpadean o se apagan ocasionando que la iluminación sea fatal. Camino lo mejor que la poca luz me permite, necesito llegar a la recepción para pedir el botiquín o que me den la dirección de la farmacia más cercana.

El silencio que en el que se encuentra el lugar me no me agrada en lo absoluto, y la falta de mis pocos hombres no es algo positivo, sigo caminando y en una de la pocas ocasiones que la luz llega a iluminar por unos cuantos segundos logro vislumbrar el pasillo dónde puedo notar como el cuerpo de uno de los mercenarios que me acompañaban está en el suelo y por la sangre que lo rodea me hace  ver que esta muerto.

—Carajo.

Susurro para mí al tiempo que saco mi arma la cual lleva el silenciador colocado.

Me movilizo lo más cauteloso posible para no prevenir de mi presencia, sigo caminando con el arma en alto y a la defensiva, cuando estoy cerca de llegar al mostrador de la recepción escucho unas voces impidiendo que llegué al final del pasillo, me muevo quedando detrás de una viga de concreto ocultándome de quien sea que esté cerca.

—¿Dónde está Dae-hyun?

El idioma en el que pregunta es un fatal mandarín lo que me hace suponer que no es del país.

—Yo... no...—la mujer al otro lado del mostrador solloza.

Al ver que la mujer no piensa hablar detonaron sus armas matando a la susodicha, muevo mi cabeza asomándome un poco para ver que solo son tres hombres, mismo que se mueven hacia mi dirección por lo que salgo de detrás de la viga para descargar mi arma contra ellos antes que si quieran puedan defenderse, cuando los tres quedan en el suelo saco mi móvil con la arma todavía alzada en posición de defensa.

—Señor, le ocurrió algo.— la voz de Hans se escucha adormilada.

Me acerco a los cuerpos.

—Los quiero a todos aquí —con el pie giró uno de los cuerpos— al parecer tenemos visita de la yakuza.

Mi pequeña mentira.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora