Capítulo 6.

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The other side of the coin.

Luciana.

Cierro la puerta detrás de mí, en tanto mi corazón palpita en mis oídos de forma estruendosa a la vez que mis pies se mueven comenzando a caminar para alejarme de la habitación lo más rápido que puedo, Azrael me mantiene el paso cuando bajamos las escaleras de dos en dos, cuando llego a la planta principal camino firme, lenta, segura y con una máscara de hielo ocultando todo que pasa por mi mente.

Mi cara no puede demostrar lo que en mi mente y mi corazón pasa.

Ocurre lo mismo que cuando entré, las miradas recaen en mí, miradas que son acompañadas por el constante ruido de todas las máquinas de apuestas. Llegó a la entrada y cuando las puertas se van a abrir para permitir mi salida me toman del brazo. «Es él» es lo primero que mi mente ingenua piensa, pensamiento que borró al momento en el que la persona que me detuvo se coloca enfrente de mí.

—¿Ya te vas?

No es él... Azrael y yo lo sabemos, por ello tengo que controlarlo cuando trata de atacar a Matthew.

—Si, era algo que como te comenté, ya me esperaba —comentó sin dar mucha información— pero tenerlo como socio era algo que él necesitaba más que yo.

Lo veo ansioso, la forma en que se lame los labios y rasca sus brazos me indica que ansía CB15 y sé lo que creé, por ello puedo asegurar que no han pasado más de dos horas cuando su cuerpo requiere más de mi creación.

—No tendrás...— ya es un adicto.

Agradezco que no me haga un cuestionario sobre de dónde conozco a Nicolás.

Busco en mi bolso y sacó una bolsa con un polvo blanquecino, esta presentación provoca que tu cuerpo la necesite en cuanto su función alucinógena termina y eso no es más que en unas dos horas ya que él es un adicto. Se la entregó para salir del lugar con cierta prisa; la necesidad de que él venga tras de mí, crece en mi interior, pero lo conozco y sé que su ego y odio hacia mi persona no lo va a sacar de esa habitación en buen rato o por lo menos hasta estar seguro de que yo no estoy aquí.

Quiero voltear y que él esté detrás y verlo unos segundos más, pero sería muy iluso de mi parte creer eso, no dudo más y salgo rápidamente del casino para entrar a la camioneta dónde mi guardaespaldas ya me espera con la puerta abierta, subo seguida de mi bolita de pelos cerrado la puerta cuando ya estoy dentro.

—Señora...

—Arranca y sácame de este lugar. — la voz se me quiebra.

Mi piel arde solo de recordar la forma en la que me miraba, mis fosas nasales están llenas de su aroma y mi mente con su clara negativa y su rostro grabado en mis pensamientos. Mis ojos arden a pesar de que me prepare para este momento, pero estar aquí y vivirlo hace imposible que no sé me escape una que otra lágrima la cual limpió al instante, mis emociones salen a flor de piel recordándome que no las puedo eliminar de un día para otro, sin embargo, me concentro en que no debo dar cabida a sentimientos que enterré en lo más profundo de mi corazón.

Ahora Nicolás D'Amamto es mi enemigo y si se mete conmigo voy hacer lo que no hice cuando estuve en el M.S.I, «Destruirlo». Una vez le di la oportunidad de escapar porque ya tenía planeado lo que ahora estoy haciendo.

Si bueno, ¿Cuándo es que se comen a besos y nos da como cajón que no cierra?

Nunca. Somos enemigos y ahora mi único objetivo es posicionarme en el mundo criminal de manera definitiva, estamos en guerra dónde debo demostrar que yo soy la mejor.

Entonces... ¿besos en guerra?

Que no, Nicolás y yo no nos vamos a besar, de hecho, no creo que podamos volver a dialogar de forma civilizada.

Mi pequeña mentira.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora