Capítulo 2

5.3K 472 154
                                    

Lucía.

Corro por los pasillos en dirección hacia la sala de entrenamiento donde sé que tendré mejor cobertura para evitar mi muerte a manos de la mujer que prácticamente es mi mejor amiga. Pero en estos momentos, es una jefa bastante furiosa que está a punto de arrancarme la cabeza.

Demonios, ¿no pudo tomarse otra semana de vacaciones?

Tal parece que no, creo que se cansó de follar en las mágicas aguas de Hawaii, y ahora quería volver a su hogar para terminar de hacerlo el resto de su vida. Suspiro entre dientes regulando mi respiración, sin dejar de correr por el pasillo mientras maldigo a los altos mandos por haber puesto la sala de entrenamiento muy lejos de las oficinas.

—¡No huyas cobarde italiana!—

—¡No vas a ponerme una mano encima, rusa sangrienta!— exclamo— ¡Soy idiota! ¡Pero tengo instinto de supervivencia!—

—¡Pues no lo parece!— grita de regreso— ¡Espera a que te pongan las manos encima de tu cuello y lo rompa en dos!—

—¡Hazlo y ya no tendrías a una mujer decente para aguantar tus locuras, Morgan!—

—¡Ven aquí, Lucía!—

¡Ni madres, pendeja!— respondo en español.

Como dice Alejandro.

Culito pero sanito, si señor.

Necesito poner mi trasero a salvo o si no, seré mujer descuartizada y mis restos, serán esparcidos por el resto del mundo hasta que no quede rastro alguno de lo que fue Lucía Ricci, una de las grandes asesinas de élite.

Osea yo.

Finalmente entro a la sala de entrenamientos donde veo a dos mis salvadores. Alejandro y Killian, se encontraban en un combate cuerpo a cuerpo que se ve interrumpido por mi entrada tan abrupta, ambos me miran con extrañeza.

—¿Lucía...?—

—¿Chamaca...?—

—¡Me quiere matar!— exclamo— ¡Y después descuartizar!—

—¡Será mucho peor que eso, Ricci!—

Suelto un pequeño chillido del susto antes de abalanzarme hacia la espalda de Alejandro, quien se queja por el movimiento pero mantiene el equilibrio en sus pies. Killian, se ríe ante mi cara de temor hacia la persona que entra por la sala de entrenamiento con sus ojos azules ardiendo en molestia hacia mí y toma una de las varas de madera para mirarme detrás de Alejandro.

—No seas cobarde, Ricci— dice en voz calmada— no voy a hacerte nada...—

—¡Já! Permíteme dudar...— digo, afirmo mi agarre en el cuello de Cruz— Ale, dile que no me golpee. Fue un accidente, lo juro—

—Accidente será que yo te rompa una pierna, Lucía. Anda, no voy a hacerte mucho daño— sonríe inocentemente, cosa que aumenta mi cierto temor hacia ella— solo voy a darte como piñata en pleno cumpleaños hasta que tus dulces, en este caso, tus órganos esparcidos en todo el lugar...—

—¿Ves? ¡Se quiere deshacer de mí!— Alejandro se ríe— ¡No te rías, cabrón de mierda!—

—Chamaca, hasta cuando vas a aprender que por más lo intentes. No puedes esconderte de Irina Morgan, pides imposibles, preciosa— interviene mi amigo, dispuesto a salvarme el pellejo. Mira a mi verdugo que quiere mi cabeza— cabrona, a estas alturas ya deberías conocer que los asesinatos de Lucía, no serían suyos, si algo sale mal—

—¿Mal?— exclama Irina— ¡Incendió todo un jodido edificio! ¡Eso pasó!—

—¡Fue un accidente!—

Ardiente TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora