Capítulo 42

4.6K 387 184
                                    

Cole.

Era un completo martirio sostener a Lucía contra mi cuerpo.

Sin embargo, ella no era la del problema.

El problema era yo.

Trago el nudo de mi garganta, mientras que un creciente pánico que está comenzando a formarse en el fondo de mi estómago, mientras que lucho contra la tensión que se forma en cada una de mis extremidades para que mi cuerpo no entre a la defensiva con el contacto de la única mujer que he amado con lo poco me queda de humanidad.

Mi alma sangraba en emoción y amor porque finalmente, tengo a mi mariposa en mis brazos mientras que mi mente luchaba contra ello, dónde podía escuchar los susurros de recelo y advertencia ante la cercanía de Lucía contra mi cuerpo.

Alejate de ella.

Va a hacerte daño.

Es como las demás mujeres que has querido, va a romperte en más pedazos hasta dejarte en el mismo pozo de mierda en el que te encuentras.

¿De verdad crees que ellas van a amar a un pedazo de mierda rota como lo estás tú?

¡Mírate, Mancini! ¡No vales nada! ¡Sólo eres un pedazo de carne que fue usado tantas veces que ya no vale la pena!

No vales la pena para ellas.

Eres una cosa tan fea y sin valor que nadie va a amarte.

Nadie te quiere.

Nadie quiere las cosas feas o abusadas.

Nadie quiere a los juguetes rotos.

Ella nunca va a quererte por mucho que te aferres a la esperanza de sus alas de colores.

Cierro mis ojos con fuerza un momento al sentir el picor de las lágrimas, antes de recostar mi cabeza contra la pared del baño y tomar una respiración profunda, tratando de que el pánico desaparezca de mi estómago junto a las ganas de vomitar, mientras que lucho contra el nudo de terror de mi garganta.

Siento que mis brazos se aflojan un poco alrededor del cuerpo tembloroso de Lucía, mientras que el pánico comienza a abrirse paso por todo mi ser, pero mi corazón y mi alma, me animaban a no sucumbir ante los comentarios negativos de mi mente.

Sin embargo, era una tarea aún más pesada y cansada para alguien tan roto y destruido emocionalmente como me encuentro yo mismo.

No, no, no.

No me hagas soltarme de ella.

Apenas la he recuperado, no estoy listo para perderla de nuevo.

Sólo dame cinco minutos de tranquilidad con ella, dónde me pueda sentir protegido por sus alas de colores.

Esos pensamientos en mi mente, parecen encender una chispa de calor determinado en mi interior, mientras que el amor que le tengo a Lucía, hace que los pensamientos negativos y destructivos de mi mente disminuyen poco a poco hasta el fondo de mi mente, dónde apenas son un susurro lejano.

Vuelvo a sostener su cuerpo contra el mío con un poco más de fuerza que hace un momento, mientras que mi pequeña mariposa de colores todavía sollozaba de dolor, temor y emoción ante las palabras que hemos compartido en el baño, dejando que oculte su rostro contra mi pecho y coloco mi barbilla por encima de su cabeza, sin abrir mis ojos aún.

Mi mente, trata de hacer que mi cabeza se sienta en un lugar cómodo, cálido y positivo conmigo mismo, mientras que los susurros de la tormenta tratan de acechar de nuevo a la superficie.

Ardiente TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora