Ardiente Tentación

El latido que lo cambió todo.

Irina.

No puede ser.

Esto no puede estar pasando.

Joder, no me puede estar pasando esto a mí.

Tiene que ser una maldita mentira.

Me repito cada una de esas oraciones en mi mente, mientras que prácticamente corro en dirección a una de las farmacias más cercanas que hay por el edificio donde vive Elena, en busca de la única cosa que podrá quitarme esa duda que he tenido desde hace cinco minutos.

Misma duda que ha puesto todo mi mundo de cabeza de una manera en que no esperaba y que mucho menos, quiero que suceda, porque simplemente, no puede suceder.

No puede suceder conmigo.

No quiero que suceda conmigo.

Nuevamente, repito esas palabras que me he dicho desde hace un par de minutos mientras que en el fondo de mi alma muerta, deseo que no suceda lo que estoy pensando, porque sí es verdad, me vendré abajo.

No quiero.

Ni siquiera puedo pensarlo en realidad.

Tiene que ser una mentira o una falsa alarma.

Finalmente, después de lo que parece una eternidad, logro encontrar una farmacia decente y medio vacía. Abro la puerta, la chica detrás del mostrador me mira con una sonrisa amable misma que ignoro, caminando por los pasillos en busca del objeto que tiene mi maldito destino en sus manos y todavía, sigo procesando cada una de las dudas que ha generado mi mente en menos de cinco minutos.

Otra vez, llego a la misma conclusión de mi lado racional.

No me puede estar pasando esto, no a mí.

No quiero que me suceda a mí.

Cuando encuentro el pasillo donde se encuentra la respuesta de la duda que se hace más grande y más grande en mi cabeza, mientras que me cuesta respirar por un momento ante la cantidad de posibles respuestas que tengo a mi frente.

Puta madre, ¿para qué mierda existen tantas marcas? ¿Para darte la seguridad de que realmente estás a punto de condenar tu vida y la de alguien más?

Me lleva la mierda, ¿cómo diablos voy a escoger una sí hay probabilidades de que si falla una, hay posibilidades de que otra más tenga la respuesta acertada?

Mierda y mil veces la mierda que me está cargando ahorita.

Trato de regular mi respiración ante la corrida que hice del apartamento de Elena, hasta la farmacia y mientras miro las cientos de cajas con mi posible respuesta, mi mente me regresa al momento exacto donde comencé a sentir la duda de que posible, un evento que no quiero que me suceda, está a punto de acontecer.

Ruedo los ojos mientras escucho el relato de Lena, quién no deja parlotear ante el suceso de una amiga cercana a ella y reviso la hora en mi reloj, esperando pacientemente a que Lucía, llegue para que nos cuente acerca de la noche que tuvo con Cole, hace unos cuantos días.

No me sorprende que esta perra italiana, siempre sea una impuntual de mierda.

La voz de Elena, me vuelve a sacar de mis pensamientos y resoplo, ante lo inverosímil que suena la historia que me está contando.

—Lena, no es posible que tu amiga apenas sepa que está embarazada y ya tiene más de tres meses de embarazo— mascullo en escepticismo— es algo difícil de creer, en serio. Es muy difícil, ignorar los síntomas de embarazo a los tres meses e incluso, desde antes—