Capítulo 06 - Reencarné en otro mundo

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Sentí un dolor punzante en la cabeza, de pronto, abrí mis ojos

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Sentí un dolor punzante en la cabeza, de pronto, abrí mis ojos. Mi cara estaba empapada, me ardían los párpados y un frío asolador recorría mis extremidades. Estaba confundido, ¿qué estaba pasando? ¿En dónde estaba?

El sonido de la lluvia martillaba mi psique, en ese momento, recordé todo. ¡Yo era Rovin, un ladrón! Morí en la tierra, me dijeron que iba a reencarnar y desperté aquí.

Que loco, en verdad es otro mundo...

Giré la vista a duras penas. ¿En dónde estaban Choco y Snow? ¿Ellas vinieron conmigo, verdad? Intenté buscarlas, no había señales de ellas. Regresé a mis sentidos e inspeccioné la zona, este lugar era extraño. Se trataba de una especie de callejón sin salida.

Había charcos de agua, basura desparramada en el suelo y un par de ratas muertas en las esquinas. Los muros a los costados estaban hechos de ladrillos de adobe. Un hedor a podrido se filtraba de los cadáveres desparramados en el terreno. Icé la vista, el cielo estaba nublado, la lluvia caía a cantaros.

En la calle adyacente había todo tipo de personas que transitaban con rapidez, la mayoría ocultaba su cuerpo, o andaba descalza. Las gabardinas, máscaras y capuchas abundaban a diestra y siniestra. Asimismo, había limosneros y vagabundos desparramados en las pistas, olores y miasmas de dudosa procedencia, desagües y mujeres que mostraban sus traseros y escotes, buscando clientela.

Me llevé las manos a la cara. ¡¿Qué chucha le pasaba a este mundo?!

¡Esta escena no me transmitía ni una pizca de confianza!

Todo estaba mal, como una persona que vivió en latam podía entenderlo. Se trataba de una imagen pestilente, en donde la miseria y la pobreza infectaban cada recodo existente.

Instintivamente, me quejé.

¡¿Es enserio?!

Mi vida anterior la pasé en los cerros pelados de Lima, en medio del frío, las drogas y la delincuencia. ¡¿Por qué chucha aparecí en un lugar peor que 'ese'?!

¡Me hubiese gustado renacer en otro contexto! ¡En la casa de un noble, por ejemplo! ¡Con sirvientas, lujos y demás! ¡La PTM!

Solté un bufido. Quería mandar a la mierda el sistema de reencarnación, pero piensen, ¿a quién le mandaba mis quejas? No había nadie aquí. Me tragué mis insultos y acepté mi destino. ¡Carajo!

—Ahh, ¡peor es nada! —expresé.

En todo caso, aceptar mi destino no resolvía nada, tenía decenas de preguntas. Crucé las manos, severo.

Va, en primer lugar, ¿en qué lugar estoy?

En segundo, ¿por qué reencarné aquí?

En tercero, Choco y Snow, ¿en dónde están?

Mis preguntas danzaban como decenas de gaviotas luchando por comida, graznando, picoteando. Me dolía la cabeza.

—¡ACHISSS!

Morí como un ladrón y reencarné como un... ¿ladrón?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora