Capítulo 07 - Reencarné en otro mundo (2)

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Bajé la caperuza y avancé entre callejones y avenidas

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Bajé la caperuza y avancé entre callejones y avenidas. Mi objetivo era llegar a casa, de modo que evité los puntos más transitados. Avancé lentamente, sin llamar la atención. No quería que la banda me encontrase, no quería que nadie me viese caminando por aquí.

Me detuve a descansar y alcé la vista. El cielo estaba repleto de nubes de tormenta. Parpadeé y un rayo explotó a la distancia. Como resultado, el mundo enteró se iluminó por un segundo, las ratas chillaron y aparecieron miles de sombras evanescentes que retozaron como liebres hiperactivas. Tras eso, vino el trueno, un estruendo y me tapé los oídos por instinto. En Lima pocas veces se veía aquel evento.

Asumare.

Me detuve sobre un rudimentario arco de piedra e atisbé la zona. Estaba a dos pisos de altura, desde aquí se podía mirar la calle principal.

—Tener los recuerdos de Marvin ayuda bastante. Esta ciudad es muy enrevesada. Me hubiese perdido hace rato.

La escena no mejoraba por más que la viera desde arriba. Las gotas de lluvia saltaban en las calles: nacían prístinas y puras, y acababan sucias, oscuras y apestosas. El líquido elemento lavaba los caminos. Pero había demasiada mugre, moho y excremento. Lo único que pasaba era que las aguas se tornaban más y más lodosas.

Dirigí mí vista a otro lugar, se podían ver trapos y harapos tendidos entre casas, había montones de paja en las esquinas y establos repletos de ganado con vacas de tres cuernos y cerdos regordetes que tenían espaldas en forma de armadillo.

Es como si un cerdo, un armadillo y un chanchito de tierra fueran uno...

No obstante, la mayor parte de mi atención se centró en otra cosa, ¡en las personas que transitaban en las calles!

¿Por qué? ¡Simple! ¡Había personas con orejas y colas de animales en este mundo! Silbé como acto reflejo.

¡Chucha, ja, ja!

¡Woow! ¡Chica gato a la diez en punto!

Espera, ¡señorita mapache a la tres!

Asumakina, ¡un señor lobo a las once!

Todos eran humanos. La única diferencia estaba en los ojos, colas y orejas. En ese momento —de forma estrepitosa—, acepté una verdad que no asimilaba del todo. No estaba en la Tierra, estaba en otro mundo.

Hala madre. Es igual a los dibujos chinos que pasaban en Netflex.

Inmediatamente, me propuse un nuevo objetivo.

¡Tocar las orejas y la cola de una demi-humana en el futuro cercano! ¡NECESITO SABER CÓMO SE SIENTE! Joder, sí que sí.

Esbocé una estúpida sonrisa y traté de imaginar la escena. Un relámpago me despertó y volví a mis cabales. Tranquilo, Rovin. Primero lo primero. Seguí mirando, había más especies, todas distintas.

Morí como un ladrón y reencarné como un... ¿ladrón?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora