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Jefe

Mientras tanto, en otro lugar

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Mientras tanto, en otro lugar.

Kokushibo bajó del auto donde venía para ver frente a sus ojos el lugar grande donde era su destino.

Ese lugar estaba muy alejado de la ciudad por que debían tener extremo cuidado en no ser vistos.

Las grandes puertas de aquella casa se abrieron para que se percatara de una mujer que lo esperaba en la entrada.

Aquella mujer tenía el cabello lacio y de color castaño junto con un fleco que cubría la parte de sus ojos y alguien de piel blanca, ella era la secretaria de su jefe.

— ¿Ya llegaron los demás, Nakime? — preguntó viendo a la castaña.

— Si, solo faltaba usted, señor Kokushibo — respondió.

— Bien entonces no perdamos más el tiempo y llévame con él — dijo y la contraria asintio para que lo guiara hasta donde se encontraba su jefe.

Llegaron a una habitación que era demasiado grande, en ella ya se encontraban sus compañeros para empezar dicha reunión.

Diviso a sus dos compañeros que un día lo habían visitado cuando había quedado en el hospital, al rubio con ojos peculiares y al pelinegro con algunos tatuajes en su cuerpo.

Luego vió a su otro compañero que se encontraba ahí, él era el más joven de todos y tenía cabello negro con puntas verdes.

Pero vio que uno de sus compañeros faltaba.

Y entre todos ellos estaba su jefe, el más importante ahi.

Aquel hombre de quien solo debe seguir y acatar sus órdenes, un hombre de cabello negro rizado y con sus penetrantes ojos rojos como la misma sangre, sin duda todo su semblante causaba miedo.

— llegas tarde, Kokushibo — dijo la grave voz del pelinegro al ver su llegada.

— Lamento la demora, Muzan-sama — se disculpó mientras hacía una reverencia a su superior.

— Ya no importa, tenemos cosas más importantes las cuales atender — dijo llamando la atención de todos en aquella habitación.

— ¿Sucedió algo que no nos hayamos enterado mi señor? — habló el rubio con una sonrisa que intentaba tapar con su mano.

— Hantengu a muerto — dijo serio y cruzandose de brazos mirando con enfado a todos frente a él — ¿Cómo es posible que uno de mis mejores hombres termine muerto? — preguntó con voz fuerte haciendo que todos frente a él se tensen — su único deber es estar a mi disposición y cumplir los deseos que yo les ordene, eso implica que no sean unos miserables débiles —

— Entonces supongo que no era demasiado fuerte al igual que nosotros. Vaya, me compadezco de lo débil que fue — dijo el rubio burlón mientras los demás solo lo miraban.

TRATO || Michikatsu Tsugikuni Donde viven las historias. Descúbrelo ahora