Capítulo 5.

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Las horas pasaron, y Emily decidió dejar la casa de Alison antes de que su madre se preocupara.

Ambas chicas se despidieron con un frío apretón de manos, y en cuanto el auto de Emily desapareció de su vista, la rubia salió disparada a su habitación.

Estaba sola. Y no se refería a un presente continuo. Ella vivía sola.

A su hermano no le importaba lo que ocurriera en su vida. Su padre le dirigía cuatro palabras al día, y siempre se quejaba de ella y de sus actitudes. Su madre era la única persona que la entendía totalmente, pero su trabajo y sus obligaciones le prohibían pasar más de un día con su hija.

Estaba sola, y era horrible. Era horrible sentir que no era lo suficientemente valiosa como para que al menos una persona se interesara por su salud.

Era horrible sentir que todos sus intentos por mejorar fracasaban.

Era horrible sentir que no merecía ni una pizca de afecto.

Era horrible sentirse enferma, y aún peor sentir que su familia ignoraba su enfermedad.

Pero debía admitir que la peor sensación de todas, era la culpa y la impotencia que Alison sentía al oír a su propia madre llorando todas las noches antes de dormir.

Alison la entendía, en serio. Cuando eres madre por primera vez, algo cambia en tí. No sabría describir qué exactamente, ya que ella no era madre, pero sabía que el mundo ya no volvía a verse igual ante los ojos de una mujer con una criatura a su dispocisión.

Y, como madre, Jessica DiLaurentis debía sentirse horrible al saber que su hija padecía de una enfermedad mental y que ella no podía hacer nada al respecto.

El problema fue éste: Alison sufría de severos casos de ansiedad, depresión y, como si fuera poco, bipolaridad.

Tenía tan solo doce años cuando notó que su cuerpo había cambiado repentinamente.

A Hanna se le estaban ensanchando un poco las caderas, los pechos de Emily comenzaron a crecer, Spencer se estiró bastante, y Aria cambió su voz de aguda y chillona a baja y madura.

A Alison le sucedieron todas esas cosas al mismo tiempo, y se asustó al ver que la chica a quien solía ver en el espejo había desparecido, para ser reemplazada por una mujer que no le gustaba.

Comenzó a preocuparse demasiado; no dormía, no comía, tenía grandes peleas con sus padres...

Hasta que decidieron que Ali necesitaba terapia, luego de una gran pelea con sus padres en su cumpleaños número trece.

Luego de varias sesiones, se descubrió qie Alison padecía de ansiedad, es decir, un sentimiento de temor ante situaciones que no podía comprender y/o controlar.

Junto con la ansiedad, venían los ataques de pánico. No sucedían muy a menudo, pero cuando lo hacían, Alison sentía que estaba visitando el mismísimo infierno.

Pasaron los años, y Alison ya tenía quince años de edad recién cumplidos. Ya se había alejado de sus amigas, pues sabía que estaba rota, y no quería romperlas a ellas también.

Dejo de interesarse por la vida. Sentía que no merecía vivirla. Sentía que mientras ella estaba estorbando, grandes personas estaban muriendo.

Ya no recordaba lo que era ser feliz.

Le diagnosticaron depresión.

Luego de eso, Alison se sintió aún peor. Sentía que nadie la comprendía, y que el afecto que otros le demostraban no era suficiente.

Comenzó a consumir los medicamentos necesarios, y por un tiempo, todo mejoró.

Por un tiempo.

Alison volvió a la fase uno, pero con más fuerza.

Pasaba noches sin dormir. Pasaba días sin comer. No podía estudiar. No podía holgazanear. No era capaz de hacer nada.

Las peleas con sus padres empeoraron. Alison se irritaba por cosas estúpidas, y atacaba a sus padres casi inmediatamente.

La peor pelea fue, por lejos, cuando amenazó con irse de su hogar, y lo hizo.

Pasó solo una noche afuera, pero fue horrible.

Se dio cuenta de que sus arrebatos emocionales eran tóxicos, así que decidió hablarlos con la Dra. Sullivan, su psicológa.

Ahí fue cuando le diagnosticaron bipolaridad.

En síntesis, Alison estaba enferma.

Por eso, no se arrepentía de haberse alejado de Spencer, Hanna, Aria y Emily.

Las amaba, y cuando amas algo, debes tener como principal prioridad su felicidad. Las chicas no podrían haber sido felices con alguien tan peligroso como Alison.

Por eso amaba e idolatraba a Demi Lovato.

No la había salvado, pues solo uno mismo es capaz de hacerlo. Pero, de alguna manera, sentía que Demi había pasado por casos similares a ella, y que, por lo tanto, la comprendía más que nadie.

Abrió el cuaderno 'L', como le gustaba llamarlo. Allí mantenía ocultas a todas las letras de Demi que le gustaban.

"Tengo vergüenza, tengo cicatrices,
Que nunca mostraré.
Soy una sobreviviente,
En más maneras que las que conoces."

Alison sonrió tristemente ante esa. Algún día, se prometió, podría llevar a cabo esa frase. Algún día, sería una sobreviviente.

Who Are You? (Emison)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora