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Un chico que solo quería seguir su sueño de ser bailarín, era lo que más anhelaba en toda su vida. La danza, era una forma de expresarse para el. Cuando bailaba se sentía libre, ningún problema lo agobiaba, en absoluto, ni siquiera los problemas que tenía con su padre.

-¡¡CARAJO, ENTIENDE. BAILAR NO TE DEJARA NADA!!- Gritó el mayor de cabello castaño.

-¡¡Y TU ENTIÉNDEME, NO QUIERO SER MÉDICO, NO ME GUSTA, LA SANGRE ME DA PÁNICO. ¿CUANDO SERÁ EL DÍA QUE ME ENTIENDAS? O AUNQUE SEA ME APOYES DE UNA MALDITA VEZ!!- Gritó el rubio molesto.

El mayor ya cansado de la discusión con su hijo se sentó en el pequeño sofá que estaba junto a él.

Suspirando con pesadez una vez empezó hablar de nuevo.

—Si tu madre estuviera aquí ella-

—¡¡NO METAS A MAMÁ EN ESTO!!— Volvió a gritar el rubio a su padre.

Si, ese chico odiaba completamente a su padre, odiaba que su padre siempre metía a su mamá en conversación o discusiones, cuando se trataba de él. Lo detestaba sin duda alguna.

La madre del rubio había fallecido cuando esté solo tenía cinco años cuando falleció, el no sabía nada en su momento, solo sabía que su madre se había quedado dormida para siempre, pero cuando fue creciendo se dio cuenta que había muerto.

"Cuida a nuestro hijo"

Esas fueron las últimas palabras, de aquella mujer que tanto amaba aquel hombre, la última vez que la escuchaba. La mujer en verdad quería que su hijo viviera una vida mejor, ya que ella no tenía más esperanzas de vivir, y solo vivía por su pequeño angelito, PARK JIMIN.

—Esta bien— Dijo cabizbajo el padre.

—Sea como sea, quieras o no. Tu hijo seguirá bailando, así se quede en la maldita pobreza. No me importa — Y eso fue lo único que dijo el menor, antes de salir de la oficina de su padre, completamente molesto.

Jimin era un chico educado, siempre respetaba a cualquier persona y no guardaba rencor, o al menos eso pensaba él, hasta esa discusión.

Si, Park Jimin ya estaba arto de que su padre no lo apoyará en su decisión de ser bailarín, era lo que amaba, lo que deseaba de todo corazón, ser un  gran bailarín. Pero el único problema era que su padre el Señor Park no apoyaba su decisión.

Jimin había salido de casa, directamente a la casa de su mejor amigo Taehyung.

—Taehyung— Dijo el rubio, llorando en la entrada de la casa de su amigo.

—¿Volviste a pelear con tu padre?— Jimin solo se limitó a contestar, y el castaño sabía que eso significaba un completo si. —Ven. Entra, Jungkook está conmigo — Dijo el castaño, llevando a su amigo hasta donde estaba el pelinegro.

—¿Jimin?— Dijo preocupado el menor.

El castaño le hizo una seña con la mirada, que le dio a entender a Jungkook, que fuera por agua para Jimin, y sin más se apresuró a la cocina por un vaso con agua.

—Jimin ya no llores— Dijo el pelinegro entregándole el vaso a Jimin.

—M-mi padre...— Tomo aire para calmarse. —Mi padre sigue con la idea de no apoyar, mi decisión de bailar— Por fin se animó a decir, entre sollozos.

Taehyung por su cuenta, solo lo escucho y acariciaba de arriba a abajo la espalda de su amigo, para que se calmara.

—Jimin... — Empezó hablar Jungkook. —¿Sabes? Aunque tú papá, no te apoye, nosotros siempre te apoyaremos en lo que necesites. Por eso somos amigos ¿No?— Dijo con una sonrisa grande.

YOONMIN: Exotic Dancer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora