𝐒𝐚𝐫𝐚 𝐲 𝐅𝐫𝐚𝐧𝐜𝐨 | 𝐄𝐬𝐜𝐫𝐢𝐭𝐨𝐬

Te Extraño parte 2

Franco sonrió al teléfono, dándose cuenta de que ella lo extrañaba tanto como él la había extrañado a ella.

Apenas se habían visto en las últimas semanas y él la extrañaba, su toque, su olor, su presencia, la forma en que solo ella podía hacerlo sentir.

"Te extraño más" le coqueteó, acercando el teléfono a su oreja mientras se recostaba en su cama.

"No creo que eso sea posible" respondió Sara "No sabes como deseo estar contigo en este momento"

"¿Por qué no vienes?" respondió Franco, haciendo parecer que su visita pasada la medianoche era normal.

"Mi amor, estás loca... ¿Qué pensaría la gente si se enterara de que te visité tan tarde?" Argumentó, encontrando su idea completamente loca.

"Ay sarita, mi amor, anda... te extrano y tampoco vamos a hacer algo malo para que la gente piense mal de nosotros ademas naide tiene porque enterarse de tu visita", argumentó franco, esperando que su argumento fuera razón suficiente. para que ella le hiciera una visita.

"pero alguien pudo ver mi caballo" respondió Sara, que no quería que nadie se hiciera una idea equivocada.

"Lo pondremos en los establos para que nadie lo vea" respondió Franco rápidamente, esperando que sus argumentos fueran suficientes para convencerla de ir a verlo.

"Está bien, usted gana señor reyes" la escuchó decir antes de que colgara el teléfono y se pusiera en camino.

Cuando Sara llegó a la hacienda de los Reyes, se encontró con Franco esperándola en el frente, luego de lo cual la llevó a los establos donde dejaron su caballo antes de entrar a la casa por la entrada trasera.

Sara sabía que si alguien los atrapaba en esta situación, darían mucho de qué hablar, pero en ese momento, realmente no le importaba.

Ella quería estar con él y habían tenido muy poco tiempo después de que sus familias se enteraron de su relación y ella solo necesitaba un minuto para que estuvieran juntos sin que todo fuera tan complicado.

Subieron las escaleras de la mano antes de llegar a su habitación.

Por supuesto, Sara sabía lo que pensaría la gente si los encontraban allí juntos en medio de la noche, sin importar si estaban vestidos o no, pero por alguna razón, la idea no la acosaba.

Finalmente estaban solos.