La vela de la vida

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Pedreña, Cantabria, España.

Cuando el teléfono rojo fijo con forma de labios sonó, posado sobre la mesita de noche al lado de la pequeña lámpara apagada, la mujer se encontraba profundamente dormida a pesar de tener un sueño frágil, pero se encontraba en ese estado imposible de despertar gracias a el bote transparente con una etiqueta de colores. Una droga. Un medicamento. Dentro de este había millones de pastillas moradas con aspecto de mora y sabor a gominola colocado encima de la mesita detrás del antiguo teléfono.

El cabello de la mujer estaba esparcido sobre la almohada de la cama matrimonial cuando el aparato dejó de sonar para volver a hacerlo segundos después. Y estuvo zumbando toda la noche hasta que la mujer se despertó por la mañana malhumorada. El teléfono siguió sonando con insistencia, pero no lo cogió.

2,272 Km más allá, el interlocutor dejó que la llamada terminase y volvió a marcar los números ininterrumpidamente. No pararía hasta que ella se dignara a coger el dispositivo. Pero la señora lo ignoró ampliamente y salió de la cama retirando el edredón hacia un lado, se colocó la bata sobre el grueso pijama de felpa propio para el invierno y bajó las escaleras hacia la encimera de mármol gris en la cocina y se preparó su café mañanero encendiendo la cafetera y colocando la cápsula. El café era negro puro, sin leche ni azúcar, tal y como la gustaba. Mientras se servía el líquido oscuro en una taza con dibujos difuminados debido al paso del tiempo, sonó el timbre de su vivienda. En la planta superior, el teléfono rojo fijo había dejado de sonar, porque los portadores de la noticia habían llegado a la entrada. La mujer echó un vistazo a su colección de gnomos de jardín, luego, decidió abrir la puerta.

A través de la limpia ventana de la casa de enfrente, el vecino de la señora observó o más bien cotilleó a la vez que se afanaba por limpiar una mancha invisible en el cristal. Vio como los dos agentes de la policía entraban en la casa de su vecina y tomaban asiento en el comedor. Estos hicieron un gesto con la mano para que la mujer también se sentara, pero rechazó su oferta y permaneció de pie. El vecino dejó de limpiar y bajó a arreglar las malas hierbas que invadían a las rosas blancas de su jardín o eso simulaba hacer sin quitar la vista del la ventana del salón del chalet de enfrente, preguntándose porque dos policías habían ido a hacerle una visita a la mujer más retraída e extraña de su urbanización, claro que él no era el único que se estaba preguntando aquello o observándolo con curiosidad, la vecina de la vivienda de al lado estaba asomada muy indiscretamente por la ventana extendiendo cada vez más su cuello, como si ese acto la permitiera escuchar o incluso ver mejor lo que estuviesen diciendo. Pero la distancia no fue un problema cuando escucharon el alarido de dolor que soltó su vecina retumbando por todo el vecindario a la vez que lágrimas empezaron a derramarse de sus ojos negros, tan oscuros que era casi imposible discernir si poseía pupila. El corazón de la mujer que se encontraba con los emisarios de malas noticias se rompió en mil pedazos.

Alguien había fallecido, destruyendo así el mundo de sus seres queridos.

Unas horas antes

LIVIA'S POV:

-¡Estate quieta!-me ordenó Nadia mientras me hacía un intrincado maquillaje mezclando colores en la paleta para la sombra de ojos. Ada estaba retocándose el cabello en el baño, preparándose para la fiesta de Rayco, a la que íbamos a dirigirnos tras arreglarnos.

Esperamos a los chicos en las escaleras de salida del alojamiento, hasta que Ada, harta de esperar comentó:

-Voy a ir a buscarlos, ya llevan más de media hora arreglándose en el baño-pero justo cuando estaba subiendo las escaleras de dos en dos se topó con los chicos que bajaban ya listos.

Andamos por las calles siguiendo el GPS del móvil de Iván que poseía la localización, dejamos atrás el casco viejo y las calles más pobres para adentrarnos en los barrios ricos, allá a donde mirases había casas gigantescas extravagantes con el estilo propio que los dueños les habían querido dar llenas de cámaras de seguridad o avisos que hacían que te lo pensaras dos veces antes de entrar a robar,de hecho, pasamos delante de una finca con un gigantesco patio con el césped rasurado y en el centro de este, una mansión con forma de castillo daba la bienvenida. Estaba a punto de comentar que seguramente nos habíamos perdido en aquel laberinto de viviendas cuando la vi enfrente, solo a unos cuantos pasos de distancia. La de realidad no hacía justicia a la foto que nos había enseñado Rayco, sino que era mucho más impresionante, cada balcón estaba decorado con tiras de colores fucsias y amarillos que se inflaban debido a la brisa, además de toda la vegetación enroscada en las columnas con el escudo de la familia Nemas, una especie de monstruo marino con tres colas y garras afiladas rodeando la letra inicial del apellido.

VIVIENDO UNA MENTIRA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora