⁴ BENEFACTOR [ teen wolf ]

XXII. "Oh por Madonna."

La bolsa con el dinero que Scott había guardado bajo su cama, se encontraba frente a Derek en aquellos instantes. Luego de una charla con Melissa la noche anterior, el Alfa tomó la iniciativa de devolverlo junto a una orgullosa Maya, aunque la castaña debía admitir que ella se lo hubiera quedado. Pero quién podría resistirse a la ética de Scott McCall.

— Okey— fue lo único que dijo Derek al tener aquella cantidad de dinero frente a sus ojos.

— ¿Te preguntas por qué tardé tanto en devolverlo?— preguntó el Alfa.

— ¿Cuánto ganas en la clínica?

— El salario mínimo.

— Por eso tardaste— dijo el mayor como si la respuesta hubiera sido tan obvia—. Cualquiera puede tentarse, Scott. Hasta un verdadero Alfa.

— ¿No estás enojado?— preguntó Maya, sorprendida de que su padre se encontrara tan tranquilo.

Antes solía ser de las personas más volátiles que había conocido, y parecía ser una característica de la familia Hale, ya que tanto ella, como Peter, Cora y Malia, la tenían. En cambio, ahora, el hombre se encontraba totalmente relajado y Maya no se sorprendería si tuviera algo que ver con Braeden.

— Ni siquiera es mío, es de Peter— contestó.

Ahora todo tenía sentido.

— ¿Dónde está tu dinero?

— ¿Ya estás pensando en tu herencia?— se burló Derek, antes de contestar—. Dónde están parados.

Los alfas compartieron una confundida mirada, antes de mirar el suelo.

— ¿Hay otra bóveda?— preguntó Scott ilusionado.

— No— rió el mayor—. Soy dueño de esta propiedad y tengo cuentas bancarias. El dinero de la bóveda era de Peter. Estaríamos mejor si el resto no volviera nunca más.

Derek se levantó, dispuesto a cerrar la bolsa; pero la insistente mirada de su hija lo detuvo, intrigado.

— Sabemos que Lydia estuvo aquí anoche— informó la alfa—. Deaton sigue intentando develar lo que te hizo Kate.

— Si alguien puede hallar la respuesta, es él— continuó Scott.

Derek asintió para él mismo, dándoles a entender que los había escuchado, pero sin dar ninguna respuesta concreta. Tanto Scott como Maya, tomaron su gesto como iniciativa para ir finalmente a clases.

— Maya— la voz de su padre, la detuvo antes de salir del loft—. Si tienes tiempo, me gustaría hablar de algo contigo.

— Te esperaré abajo— le informó Scott, no dándole tiempo de siquiera buscar una excusa, antes de escaparse por escaleras.