El océano de aguas claras

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En momentos en que solo podía pensar en cómo carambas había terminado aquí en este punto de mi vida, sabía que de alguna forma tú estabas destinado a marcar mi alma danzante por la vida.

Porque desde el momento uno supe que tu llegada marcaria de manera significativa el momento de tu partida, y no me había equivocado porque ahora que te habías marchado se sentía el vacío de no saber si un día dejaría de sentirme así. Y aunque a veces no entendía el motivo de tu partida y cómo es que esta me dolía tanto, no podía evitar sentir anhelo y añorar cada noche que habíamos estado juntos.

Y sí, a veces extraño las noches en la que solo éramos tú y yo; porque solo en esos momentos me sentía en el lugar correcto más allá de saber que en verdad estaba en la ciudad correcta.

Así que no podía imaginar mejor momento, que irme a la cama para embarcarme a las aguas profundas de aquellos sueños nocturnos en los que mi alma se encontraba deseosa de poderse echarse a nadar por cuantas horas ella quisiera.

Horas que no harían más que nutrir las continuas venas de un ser que no hacía más que crecer con los sueños y esperanzas de quienes se atrevían a surcar las aguas tranquilas y a veces turbias, pero siempre claras y cálidas como las noches de verano en las que alguna vez nos besamos.

-Anónimo.

Antología de Relatos Mundanos para Sentir (libro Completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora