-11- Una Ilusión

8 1 0
                                    

12:10 PM

NOAH

El sol iluminaba los espacios que había entre las ramas de la encina que estaba encima nuestro, estaba sentado, con la espalda apoyada en una de las cuatro rocas que había en todo el patio, y Christian, estaba tumbado, con las piernas en el suelo y con su cabeza apoyada en mis piernas. Mis manos acariciaban su cara, mientras él se limitaba a cerrar los ojos y a apoyar sus brazos en mis rodillas. De vez en cuando, sonreía al tiempo que mi dedo índice le recorría su rostro.

—Tienes la piel muy suave.

—Será el After Save. Noah, yo quería hablar contigo.

—Dime.

—Lo de anoche para mí fue un rato divertido contigo, me lo pasé bastante bien.

—Yo también.

—Pero solo quería aclarar un tema, y es que ahora lo que busco no es una relación, igual dentro de unos meses digo lo contrario pero ahora, no quiero nada serio.

—Ah...

Otra vez como siempre joder, el día que no me pase esto con cada chico que conozco estaré comido por los gusanos. 

—Noah, siento si te habías hecho ilusiones o si tenías algún tipo de esperanza, pero no es lo que busco, lo siento mucho. 

En ese momento, otro alfiler entró directo a mi corazón, mientras me hablaba yo recordaba la noche que pasamos juntos en el patio y en la sala de usos múltiples. Realmente, todo sucedió en menos de doce horas, aunque para mí siempre han sido suficientes, no paraba de pensar qué hacía mal para que todos los chicos que estaban conmigo acabaran espantados. Uno vale, dos también, tres todavía, cuatro hace menos gracia, cinco ya no tiene gracia... Pero cuando son más de siete las personas de las que te has enamorado, y digo enamorado seriamente, y todas esas personas han renunciado a tener algo contigo simplemente porque no les gustas, acabas harto.

Cada vez que me han dejado, siempre he sentido lo mismo. Me empiezan a hablar de que soy buen chico, y de que valgo mucho, y acaban diciéndome que pasan de mí de la manera más delicada posible aunque no se den cuenta de que porque lo suavicen el daño no es menor. Y mientras me decían que me dejaban, solo pensaba en los momentos que había vivido con esos chicos, y ahí, comienza la caída, solo te queda sentir el vértigo en el cuerpo y mirar arriba, y ver como la persona que más has querido, es cada vez, más pequeña. Así estaba empezando a ver a Christian, recordando cómo lo quería tener todo el tiempo en la sala de usos múltiples, lo notaba cada vez más lejos, en el fondo me lo merecía por imbécil y por hacerme ilusiones.

—Tranquilo no pasa nada, han sido doce horas no un mes, estoy perfecto, no me voy a poner mal por una cosa de menos de un día.

—Pues claro que no, y cuando quieras un polvo sin compromiso me lo dices—, solté una carcajada a su respuesta. 

—Toma—, saqué mi pinganillo de repuesto y lo extendí en la mano, ya había pensado antes dárselo, aunque no encontré el momento.

—¿Qué es esto?

—Esto es, un pinganillo que todos llevamos para salvarnos los unos a los otros cuando lo necesitamos, cuando nos aburrimos por la noche y nos ponemos a hablar, cuando estamos fumando y vienen vigilantes... Este es el tuyo.

Lo observó con una sonrisa, acto seguido me sonrió a mí.

—Muchas gracias Noah—, me dijo al mismo tiempo que me daba un abrazo. Mientras olía sus feromonas a través de su sudadera, como no, negra, pude sentir cómo mis ojos se tornaban a vidriosos. Me pasé la mano por ellos aprovechando que estaba fuera de su campo visual y aparenté normalidad, a los pocos segundos, se separó de mi.

—Voy con Héctor ¿vale?

—Vale, hasta luego—, me dirigió una sonrisa por un instante, después se levantó y se fue hacia el campo de fútbol. Mi sentimiento de asco hacia mi mismo creció a una velocidad descomunal, la tensión en la cabeza me aumentó y mis ganas de llorar, gritar y querer romperlo todo se dispararon. Como una puta mierda, así me sentía, y en ese momento no había nada ni nadie que lo pudiera remediar. 

Bastante me costó levantarme y sentarme al otro lado de la piedra, mis ganas de mantenerme en pie eran nulas, pero lo hice porque no quería que nadie del patio me viera llorar, en ese momento solo quería estar solo y pensar que soy una causa perdida sin futuro, sin nadie que me molestara. No me quería ni mover, lo veía inútil, total, para ir otra vez al comedor sin ningún tipo de objetivo. Mi único deseo en ese momento era estar solo, solo y más solo, ponerme mi música épica y triste y quedarme escuchándola con los ojos cerrados, sintiendo la suave brisa del aire y el calor que transmitía el sol.

Saqué el MP3 del bolsillo y puse los cascos en mis orejas. Algunas de las canciones que tenía descargadas eran bastante raras, principalmente porque varios de los clips descargados no eran canciones como tal. Tenía hasta soundtracks de series enteras en un solo clip y mi único deseo en ese momento era escucharlos tranquilo sin ningún humano más cerca de quince metros de mi persona.

Me sentía destrozado, de alguna manera era como si yo hubiera fracasado con Christian, como si le hubiera fallado. Sentí que no le di lo suficiente, que no lo hice bien, y que le decepcioné y por eso decidió irse. A Christian, nunca le tomé como una mala persona, al fin y al cabo había estado sufriendo bullying, fue el autor material de la muerte de su padre y no había estado en otras relaciones, no le podía culpar de nada, además que ya lo había pasado bastante mal y no quería odiarle, no me salía. 

Golpe tras golpe, me empecé a hacer a la idea de que acabaría solo. "Ya encontrarás a alguien" "Hay muchos peces en el mar" "A lo mejor no es tu momento" "No tengas prisa, todo llega cuando llega", esas eran las oraciones a las que ya estaba acostumbrado a escuchar. Desde que tengo consciencia, llevo todo, todo el tiempo buscando a alguien que no aparece, y cuando creo que lo encuentro me doy cuenta de que no era más que una ilusión. Analicemos las oraciones;

No, no encontraré a alguien, porque ya he encontrado a varios y con todos he perdido.

Puede que haya muchos peces, pero en este mar contaminado de los residuos que he ido tirando, estoy yo solo.

Puede que no sea mi momento, pero lleva sin ser mi momento casi media vida.

No tengo prisa, pero solo miro a mi alrededor. Todo el mundo tiene a alguien con quien compartirlo todo, y cuando ves que tú en la cafetería pides un Nestea en lugar de dos, te sientes raro, hasta podría decir apartado. 

Mis pensamientos estaban enfocados en que no iba a encontrar a nadie, y en caso de encontrarlo, pensaba que se iba a ir de mi vida nada más conocerme. Eso creía.

Philippe Y Noah - Desquiciados 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora