Philippe Y Noah - Desquiciados 1

-15- El Nuevo Jefe

PHILIPPE

25/03/2021                                          05:20  PM

El calor que el sol transmitía provocaba que varias de las personas que estábamos en el patio sudáramos a cantidades industriales, parecía mentira que un día tan caluroso tuviera lugar en el mes de marzo.

—Philippe, ¿sabes cuál era el reto ese de el suelo es lava?

—Sí.

—Pues tenían razón, porque es lo más parecido que he visto a una barbacoa humana.

Me reí con Ámbar, mientras tanto un señor de traje y corbata subía las escaleras del patio, un señor algo mayor, con gafas, traje azul marino y un anillo que brillaba desde lejos. 

—Oye este sitio es un asco no cae un palmo de sombra, no entiendo porqué han puesto eso en las gradas, cómo si viniera a hablar aquí el rey de España. 

—No tengo ni idea, pero lo de poner un estrado con micrófono en las gradas del patio no pega mucho, a no ser que quieran que cantemos aquí a La Oreja de Van Gogh.

 —Ya... Mal rollo me da...

Alcé la vista y pude ver cómo Alonso venía caminando hacia nosotros, por otra parte normal ya que estábamos en los pocos metros cuadrados de sombra que tenía el patio a esa horas.

—Hombre... Oye, esta mierda de cortar las gradas a todos... ¿A qué viene?

—A que aquí se os va a empezar a tratar como en la mili.

—¿Qué?

—Mira—, me dijo mientras me señaló las escaleras. Un señor de traje y corbata, subiendo las escaleras del patio, con gafas, algo mayor, con bastante calva a la vista y con un calor encima que le brillaba la frente.

—¿Quién es ese?

—Vuestro nuevo jefe. 

El señor, iba escoltado por dos guardias de seguridad a cada lado de su cuerpo, mientras, se dirigía al estrado de las gradas. 

—No sé quién mierda es pero si nos corta las gradas durante más de una hora solo para que él suba a hablar en público es que es gilipollas.

—Sabía que ibas a decir eso...

—Hombre no, como para no decirlo.

El señor subió al estrado y tosió con la garganta con la idea de que todos le miráramos. Cuando el silencio fue total, comenzó a hablar.

—Buenos días a todos—, dijo.

—Joder Alonso qué asco de voz.

—Shh—, me dijo Alonso con el propósito de que me callara.

—En primer lugar, me presento. Mi nombre es Rodrigo Valverde, y a partir de hoy, voy a ser vuestro nuevo director del reformatorio.

Los gestos de sorpresa y las caras de impresión abundaron en el patio. 

—Espero que todos, nos llevemos bien, y que pronto los que hoy estáis aquí, mañana no lo estéis. Mi intención aquí no es que estéis solamente para cumplir condena, yo aquí voy a inculcaros los valores de disciplina y respeto. Todo en el centro permanecerá como lo ha estado hasta ahora, pero no voy a tolerar faltas como la desobediencia, ruptura de las normas del centro o agresión, extorsión o cualquier tipo de actividad ofensiva, dañina o perjudicial a otra persona del centro, sea quien sea, porque en ese caso no tendré piedad alguna. Espero, que entre todos, podamos hacer del reformatorio un lugar acogedor y que seamos capaces de cumplir las normas. Desde aquí, os doy las gracias por escucharme y os deseo un buen día.