Capítulo 2

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Los flechazos que uno conoce en la calle suelen olvidarse al día siguiente, ¿no? Pues bien, ese no parece ser el caso de Diana, incluso cuando estaba en Tokio presenciando el torneo de primavera, tenía una imagen borrosa del chico rondando por su cabeza de manera inconsciente. Ahoro que volvían con los demás del Karasuno, sentía sus latidos acelerarse cuando estaba más cerca.

Una vez en el hotel de vuelta puso su maleta a un lado y salió avisando que iría al parque.

—¿No está algo extraña? —preguntaste.

—Olvídalo, seguro es momentáneo. Espero.

Podría parecerle imprudente, e incluso se podría catalogar como acoso, pero algo le llevaba a realizar todo eso. Mientras lo pensaba, más lo odiaba. El ver a su mejor amiga feliz con alguien más le daba celos y quizás por eso es que sentía tal cosa por el el pelirrojo, era algo que estaba aún en duda. Se estaba volviendo en un caos.

Estuvo casi una hora esperando poder verlo una vez más... No pasó. 

—Pero que tonta soy. El universo me dice a gritos que lo olvide y estoy aquí plantada forzando a que pase algo —musitó. 

Justo cuando estaba por pararse siente la presencia de alguien sentarse a su lado, lentamente voltea su mirada para encontrarse con la figura de su amiga. 

—¿Está todo bien? Me preocupa que estés actuando así.

—¿Así? ¿así cómo?

—No te hagas la chistosa. De la nada sales y te quedas aquí por una hora, no contestas los mensajes para saber si necesitas algo. Deja de pensar solo en ti, por favor.

Volteó la mirada hacia la izquierda, la vergüenza ahora era hacia sus amigas.

Y de repente lo ve nuevamente. Sin embargo, se debatía entre decirle a Liz todo lo que está pasando o ir tras el chico nuevamente. Tomó el brazo de la joven y caminaron a paso veloz mientras iba explicando, una simple solución. Así que empezó a decir:

—Conocí a un chico, bueno no del todo, solo lo vi esa vez en la pastelería. Juro que creí que sería un flechazo del momento, que luego me olvidaría de él, lo típico, pero no resultó ser así porque aún continúa la imagen de su mirada soñolienta por mi cabeza... No creo haberme enamorado, no sé nada de él, no mas que le gustan el chocolate antes que las fresas.

Liz no encontraba palabras para poder detenerla, el hecho de verla con ese entusiasmo le conmovía el corazón. Cuando ambas llegaron al lugar se quedaron paradas en la puerta del puesto, él estaba de espalda hacia ellas tomando su orden, el siguiente acto no debería ser imprudente, en su mente varias excusas pasaron, pero todas les hacía parecer desesperada e incluso tonta. Su corazón insitía en ir.

—Anda.

—¿Estás loca?

—¿Entonces para qué viniste? 

Diana se le quedó mirando por unos segundos y luego dio un fuerte suspiro para entrar. Sin embargo, él se paró y caminó hacia ambas. Tomándolas por sorpresa. El otro joven le había advertido que estaban afuera, cuando se le había acercado para fingir que le tomaba la orden.

—Así que hablan en español. Realmente creí que eran inglesas o estaunidenses —dijo con un tono sereno mientras se acercaba—. Y sí, quizás no tengo el mejor acento hablando español, pero al menos puedo manejarlo.

Desde la primera palabra que lo escucharon decir, quedaron estupefactas. Un extranjero hablándoles en inglés, está bien; pero uno hablándoles en español se les hizo poco usual, pese a que un buen porcenaje de la población mundial conoce el idioma. Él seguía esperando alguna respuesta, cosa que pasaba y eso le ponía ciertamente nervioso, así que de igual forma prosiguió.

—Bueno, debería presentarme, ¿no? Me llamo Tendou. —Procedió a hacer una pequeña reverencia.

Recién reaccionaron.

—Yo soy Liz y ella es...

—Diana, así me llamo —interrumpió.

Liz pasó su mano diestra por todo su rostro al oír cómo respondió su amiga, quizás debió anticipar que sus nervios le jugarían en contra, le es tan predecible que a veces llega a ser impredecible. Diana se puso colorada al darse cuenta lo que habí dicho, ya no podía hacer nada para deshacer eso, ya se imaginó al chico riéndose de ella por eso.

El silencio luego de lo dicho fue incómodo para ellas, mas para él, se sentía agraciado.

Diana retomó la palabra.

—Bueno, ha sido un gusto conocerte. Adiós —dijo mientras tomaba el brazo de su amiga.

Sin embargo, Liz se soltó del agarre y negó con la cabeza para indicarle que esta era su oportunidad.

—Ya les dejo. Ha sido un gusto conocerte, Tendou. —Hizo una leve reverencia.

—Lo mismo digo.

Antes de salir dio unas palmadas en el hombro de su amiga como símbolo de apoyo. El silencio fue nuevamente el protagonista de esta situación.

Cada quien tenía muchas ideas para empezar la conversación. Diana quería preguntarle por qué le había pedido que le avisaran, si quisiera hablar de algo, cuestionar su gusto por las fresas o hacerle preguntas para conocerle. Tendo, en cambio, si bien también quisiera conocerla más a fondo, pensaba que podría sonar muy atrevido.

—Disculpa, permiso —dijo una señora que estaba pasando por la vereda. Siendo interrumpida por ambos.

Se pegaron a la pared, dando paso a los demás.

Gracias a eso pudo comenzar la comunicación.

—Bueno, ¿quieres ir al parque?

—Sí, claro.

El inconveniente era que no fluía como les gustaría, estaba siendo muy ordinaria. Sus personalidades son todo lo contrario. Quizás decir cualquier cosa que se te pase por la mente fuese una buena opción, cabe la posibilidad que sea incómodo o dé hincapié a un tema interesante para ambos. Ninguno se arriesgaba, querían dar una buena impresión. Pero, el destino siendo tan oportuno, unos niños estaban jugando cerca a ellos, claro, estaban en un parque, en eso uno de ellos volea el balón con mucho fuerza que casi le cae en la cara a Diana. Ella reaccionaría como cualquiera, retroceder y agarrarlo; ese no era el caso de Tendou, retrocedió y respondió con el antebrazo, pasándole así la pelota a los pequeños.

«¿Muy pretencioso?», pensó. Volteó ligeramente a ver la reacción de Diana. Parecía inexpresiva.

La percepción es distinta para cada uno, sin embargo, algunas veces pueden ser conceptos unánimes.

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Dulce encuentro || Tendou Satori x (Fem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora