Capítulo 3

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Hablar no lo es todo. A veces un hecho puede motivar a iniciar una conversación, quizás no muy interesante, pero mientras se vaya desarrollando puede terminar en un tema muy entretenido.

—¿Practicas voley? —preguntó con una mirada de sorpresa y entusiasmo.

—Sí. No quise parecer pretensioso.

Diana negó con su cabeza.

—Para nada. Es muy divertido, así que está genial. Podríamos jugar. Tengo unos amigos que practican en un gimnasio cerca —decía sin darle espacio al otro para responder. No se le había cruzado por la cabeza que sería el chico de quien le había tenido rencor en aquel partido. Claro, su rostro no era visible ante la cámara, pero el cabello es reconocible por donde lo vea. Hay veces que la ceguera del amor y fanatismo omite muchos detalles importantes al conocer.

Él tomó la mano de la joven en un agarre simple. Sus manos frías hacían contraste con aquellas manos cálidas.

—Entonces guíame.

Diana dio una sonrisa y jaló de él. El camino se les hizo corto, hablaban de muchos temas, comenzando por que ella le contó como conoció a sus amigos pese a ser de otro país, a él le entró inquietudes y preguntaba sin pena a interrumpir. De un tema se iban a otro, luego a otro y a otro, como tejiendo una telaraña, todo desorganizado que ni se sabía de donde partió "x" tema.

El brillo de sus ojos era delatador y ninguno se daba cuenta. Se habían flechado a primera vista, pero no era un enamoramiento, por ahora.

—Si tuvieras que elegir entre ir a un campamento de voley o salir con algún amigo, ¿cuál elegirías? —preguntó de forma estratégica.

—Depende, ¿qué tan importante es ese amigo?

—Espera, espera. Los amigos no se clasifican.

—¿No tienes un mejor amigo o amiga? —La miró con una ceja alzada. Por lo que ella asintió dudosa, pensando si tenía una o dos—. Bueno, ahí las estás clasificando con otras amistades.

—Me sigo negando, porque es distinto. A ____ la conozco hace ya bastante tiempo y a Liz unos meses, pero nos hemos unido bastante las tres.

Tendō supo evitar de manera astuta aquella pregunta, no se dará cuenta de las manifestaciones del cuerpo, sin embargo, entiende bastante bien las referencias en ese tipo de preguntas. Si bien antes quizás le pudo haber incomodado porque no tenía amigos, ahora eso ya no era un inconveniente.

Siguieron camino al gimnasio con una conversación bastante fluida. Una vez en la puerta del lugar ella tocó la puerta con algo de fuerza y salió Yachi para atenderle, Diana presentó a Tendō para que lo dejasen pasar y así jugar con los demás del equipo. La pequeña rubia respondió nerviosa, "voy a consultar con los chicos, ya vengo", no demoró ni dos minutos y salió a responderle a la chica.

—Perdón. Dijeron que no, que podría estar tratando de espiarlos.

—¿Qué? ¿Estás segura? Tendō, ¿algo que decir al respecto? —volteó la mirada al de su nuevo amigo.

—De hecho, no. Ni siquiera los conozco.

Yachi intervino nuevamente.

—Somos el Karasuno... El equipo contra quienes se enfrentaron para el... —Fue interrumpida.

—¡Oh! Ya me acordé. Creí que tenían una manager pelinegra, más alta y de año mayor.

—Ella es Shimizu. Yo soy prácticamente nueva —dijo mientras apegaba su libreta al pecho y bajaba la cabeza con la mirada en el piso.

La situación a primera vista podría verse incómoda, pues lo era para Yachi, pero de ahí entre los otros dos parecían tener una idea en mente. Le agradecieron y se retiraron del lugar para ir al parque, nuevamente. Sus mentes parecían estra conectadas, se dieron una mirada similar y ya comprendían lo que quería decir, inusual.

Cierto tipo de vínculo tiende a tardar más de un día, claramente. Pero siempre en toda situación hay casos excepcionales donde la lógica no parece tener lugar a explicar, tal como este. Y si uno se pone a pensar, tiene cierto sentido. Diana entre sus amigas es de la que menos se habla, pudo haber salido con los chicos que le gustó, pese a ello no faltaba el grupo de chicas que hablara mal para que se sintiera menos, como los rumores de su familia. Tendou era poco, por no decir nada, aceptado en el colegio por su apariencia y actitud, solo en eso se basaban los otros niños para juzgarlo.

—¿Así que ya los conocías? —preguntó Diana caminando a la par que él.

—Podría decir que sí. Pero no me acordaba muy bien —contestó rascándose la nuca. En su cabeza comenzó a invadir pensamientos de culpa, sintió la necesidad de dar una buena impresión.

—No, no. Tampoco mencioné quienes eran así que no había forma de que supieras.

Siguieron su camino al parque. Tenían sufiente tiempo libre y eran unos completos desconocidos sin rumbo alguno, eran como la brisa, dejándose guiar por el viento. 

El día la pasaron hablando cómo son sus colegios, los tipos de alumnos y profesores que no deben de faltar, cosas de sus países que no cambiarían por nada e incluso lo que quiseran hacer acabando sus clases. Esta escena es algo que se les quedaría en la memoria, sin dudar. Tendō curioso le preguntó más sobre ello y la conversación continuó con mayor entusiasmo.

—¿Sabes? Quizás hasta podemos hacer nuestro propio restaurante.

Los ojos de Diana brillaron al escuchar eso y esbozó una gran sonrisa. 

—Es la mejor idea que he escuchado en años. Bueno, tampoco es como que me hayan propuesto muchas, así que sí sería la mejor. Sería increíble que podamos colaborar en algo como esto, nosotros con un negocio millonario y con locales por todo el mundo, encima...

Tendō le interrumpe.

—Espera, espera. Creo que eso es muy ambicioso.

—¿De eso no se trata la vida?

—Pues sí, pero poco a poco.

Ella asintió con una mueca en los labios.

Con ellos no había fin, si bien antes no podían ni decirse una sola palabra, ahora los temas sobraban cada vez. Sin embargo, no todo es para siempre. Ambos al darse cuenta de la hora tuvieron que despedirse y volver a sus casas, bueno, en el caso de Diana al departamento.

—La he pasado bien hoy.

—Yo igual. Espero pueda repetirse.

—Sí, sí. Te doy mi número y quedamos otro día para seguir conversando. —Le dictó su número y este se lo apuntó en el celular—. Quizás hasta quedar con mis amigas también.

—Suena bien.

—Sí...

La despedida resultaba incómoda. Ninguno quería decir el adiós definitivo.

—Te acompaño hasta tu casa.

—¿Pero no debes irte por el otro lado?

—Sí, pero debo también debo buscar a un amigo para una tarea.

Aceptó gustosa y regresaron juntos.

N/A: Lo que me ha costado escribir esto

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N/A: Lo que me ha costado escribir esto. Odio la universidad. Vivan bajo de un puento junto a los perritos y gatitos de la calle. <3

Dulce encuentro || Tendou Satori x (Fem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora