Capítulo 23

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La primer semana decidí no preocuparme tanto, él tenía una vida y tal vez su trabajo le prohibía venir. Trataba de justificar su inasistencia con lo que fuera para que la ilusión de que él vendría en cualquier momento no se apagara.

Quería confiar y esperar.

Cada noche de la primer semana esperé en una habitación diferente, estaba demasiado impaciente, emocionado e ilusionado. Le tenía demasiadas sorpresas que quería darle. Tenía la habitación, el material y todo lo necesario.

Todo excepto él.

Él no llegó en toda la semana.

Parecía todo calculado lo que yo hacía.

Llegaba, me vestía, organizaba y esperaba que él llegara hasta que llegaba el momento de irme.

La misma rutina durante 1 semana y media.

Lo que restaba de la segunda semana empeoró todo en absoluto, el jefe había traído a un cliente demasiado importante para él.

Y él quería que yo lo atendiera.

Y yo no podía negarme.

El hombre no era el hombre que yo quería. Desprecié cada beso y cada caricia. Me sentía cómo una basura, me sentía cómo un traidor, no eran esas manos las que quería que me tocaran. No era su boca la que quería en todo mi cuerpo. No era su carne la que quería fusionada con la mía.

No sentía ninguna pizca de calidez.

Me sentía sucio.

El hombre se adueñó de mi cuerpo por unas horas, pero no de mi alma en ningún momento.

Fingir una maldita sonrisa no era fácil, no era jodidamente fácil en lo absoluto.

No sentía cosquilleos, no sentía mariposas en mi estómago. Sentía náuseas.

Cuándo el hombre salió de mi cuerpo, se vistió y dejó una fuerte cantidad de dinero en el buró antes de salir por la puerta.

Me permití llorar.

Ésto no era lo yo que quería, no quería a ese hombre nunca más. El agua y el jabón nunca pudieron deshacerse del aroma ó cualquier residuo que el hombre había dejado en mi piel, lo sentía dentro de mí.

Era un maldito infierno.

Pero ese infierno apenas y empezaba. Pasaban los días y los clientes se multiplicaban.

Hombre tras hombre.

Liam tenía razón, era un maldito prostituto.

Varias manos tocaron mi cuerpo, varios cuerpos me poseyeron, pero nunca me tuvieron.

Niall estaba conmigo en cada momento, hasta fué capaz de engatusar a algunos clientes para que no estuvieran conmigo.

Cada vez que llegaba al departamento me encerraba todo lo que restaba de la noche, el día y la tarde en mi habitación. Sólo salía para ir a trabajar. Nada más.

Dormía abrazado a la estúpida nota que él me había dado.

¿Porqué me sentía tan miserable?

Tan vacío.

Me sentía sólo, sin nadie que lograra quererme cómo yo quería, que me hiciera sentir amado cómo tanto soñaba.

Yo sólo quería eso, era lo único. Creí que tal vez podría llegar a ser feliz con él.

Pero una vez más fuí un iluso, un estúpido.

Creí, me cegué y me volví a caer.

Y ésta vez no creo levantarme tan fácil.

A Través De La Máscara // Adaptación LarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora