Nuestro Secreto | FreenBecky

Esta vez no huiré

Becky.

Dos meses.

Dos meses y ella sigue teniendo el mismo efecto en mí.

–¿Cómo has estado? –pregunta Freen.

Esta sentada en el sillón frente a mí y yo no sé dónde mirar. Siento tantas cosas que podría colapsar en cualquier momento.

–¿Cómo me encontraste? –es lo único que se me ocurre preguntar.

Freen me sonríe levemente.

–Pregunté por ahí.

Aparto mi mirada de ella. Estoy tan molesta, pero una parte de mi se siente tan bien al tenerla aquí, y odio esa parte.

–¿Qué haces aquí?

Freen se queda en silencio un momento.

–Bec... –suspira pesadamente– Lo siento.

–¿Por qué lo sientes?

–Por todo.

La vuelvo a mirar.

–Está bien –noto la esperanza reflejada en sus ojos–. Ahora puedes irte por donde llegaste.

Su expresión cambia de golpe. No se lo esperaba y está bien, esa era la idea.

Esta vez no será como las anteriores.

–No.

Ahora la sorprendida soy yo.

–¿No?

–Exacto –dice firme–. Esta vez no me iré Bec –me mira directo a los ojos–. Esta vez no huiré.

–¿Qué pasa si yo quiero que te vayas?

Se queda pensativa unos instantes.

–Okay, hagamos esto –toma una pausa–. Déjame decirte todo lo que vine a decir y si al final sigues queriendo echarme entonces me iré y prometo no volver a molestarte.

–¿Qué? –estoy tan confundida

–Bueno, no es cierto, si seguiré insistiendo, pero te daré un tiempo para que lo pienses más a fondo.

–No estoy entendiendo nada de esto.

–Solo debes escucharme Becky –sus ojos me miran suplicantes– ¿Puedes?

Dios... por qué tenía que aparecer ahora.

¿Cómo se supone que me niegue si me mira de esa forma?

–Está bien –la miro seria–. Pero si te pido que te largues de aquí... no quiero que vuelvas Freen.

–Pero...

–Ese es el trato, lo tomas o lo dejas. Es tu elección.

Se queda pensativa un instante.

–Está bien.

–Okay, entonces te escucho.

–Primero quiero disculparme.

–Eso ya lo hiciste...

–Pero me refiero a todo –sus ojos están fijos en mi–. Desde el principio te he tratado de lo peor y no merecías nada de eso, lo peor es que yo lo sabía. Sabía que no merecías eso y aun así te trataba mal.

Mi corazón se contrae.

–Cada día desde que te conocí no he hecho otra cosa que despreciarte.

–¿Estás tratando de disculparte? Porque esto no me suena a eso.