1
El sol iluminaba los bosques de Norkele, la naturaleza parecía tener más vida que nunca. Sonia se encontraba sobre Vainilla, y tras ella estaba Aiki.
Sonia se despidió de los minervinos y cabalgó por los bosques llevando al joven tras ella. Ninguno de ellos había emitido ninguna sola palabra hasta el momento, entonces Aiki rompió el silencio.
—¿Por qué a veces no funciona la magia en mi? —inquirió— La otra vez lo había logrado.
Sonia aún se encontraba con cara de pocos amigos, y sin apartar la vista del camino, respondió:
—La otra vez no es está —repuso Sonia—; realmente no sabes del todo manejar tus poderes, y si no aprendes, nunca lo harás.
—¿Y qué me falta? —preguntó Aiki.
—¿No leíste los libros de teoría? —preguntó Sonia— Te decidiste a ir por uno que es superficial y simplifica todo. —agregó.
Aiki se quedó pensando un rato; estaba siendo criticado por la sargento, aquella que solamente parecía intentar boicotear su estadía en el ejército. ¿Acaso valía de algo mantenerse allí, si incluso sus compañeros la detestaban? Quizás ellos estaban siendo sumisos, y quizás la costumbre los obligó a no buscar algo mejor. ¿Debería irme de este lugar? Ella nunca estará feliz con lo que haga, por más que intente.
2
El sol volvía a asomarse por la ventana de la posada. Aiki se levantó de la cama con una fatiga que le pesaba por sobre la espalda. El ánimo le ahogaba por dentro, ya que era probable que él no sirviese para la magia marcial. Todos sus conocidos parecían dominarla bien, pero él solamente había podido una vez. ¿Acaso estaba más decidido? ¿Acaso la banda de Norkele era tan débil? Él se levantó, y salió de su cuarto. Se dirigió hacia la escalera y la bajó.
En el comedor se encontraban sus compañeros de rango. Aiki se sentó en la mesa, mientras que en ese momento aún rumiaba acerca de sus habilidades. Samirina se hallaba acariciando a Luna, mientras que Koichi se llenaba la boca de lo que había por ahí.
—¡Hola, Aiki! —exclamó Hayley— ¡Nos habíamos preocupado! —agregó. Alrededor del joven se hallan las caras alegres de sus compañeros, lo que le hacía pensar si realmente están perdiendo el tiempo con él.
—¿Pasa algo? —preguntó Samirina.
—Sigo teniendo un problema con la magia —explicó Aiki—; me había funcionado antes, pero ahora me está siendo más difícil invocar algún poder marcial.
—Mira, Aiki —explicó Hayley—; antes de poder hacer magia, debes entender que hay algo que tienes hallar—agregó—; eso es la paz. Reflexiona un rato y aprende a controlar tus emociones, porque si dejas que tus pasiones te dominen, entonces nunca lograrás avanzar en las clases.
—¿Pero cómo hago eso? —inquirió Aiki.
Tras ellos irrumpió Sonia, su mal carácter llenaba el ambiente de una abrumadora sensación de asfixia entre los soldados. En su rostro en ese momento se vería reflejada una emoción nula; similar a la de una adolescente malhumorada. Aiki sintió un olor bastante fuerte, como el de una loción, el cual le provocaba un nudo la garganta. Quizás sea una fragancia comprada del mercado de Ciudad Libertad, pero también Aiki barajaba una posibilidad de que ella haya aplastado flores o las haya arrancado desde la raíz con sus colmillos.
La expresión de Sonia se convirtió repentinamente en una sonrisa algo maquiavélica según Aiki, mientras que en sus ojos se podía lograr observar cierto brillo rojizo resplandecer.
—Deberías de averiguarlo por tu propia cuenta —espetó Sonia—; aunque no me espero algún cambio de ti.
Aiki sintió una pizca de furia en su interior, elevándose a la enésima potencia de lo que era anteriormente.
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Génesis: la espada maestra © ✔️
FantasíaDos protagonistas, dos historias, tiempos diferentes, un mismo destino; evitar el apocalipsis. En el futuro, el ser humano debe enfrentarse al apocalipsis, y para ello recrearan el universo en el que viven y así intervenir en el tiempo. En el pasado...