XIII: El Círculo

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1

Base de la O.S.M

—El jefe estaba muy preocupado, ¿No? —preguntó Karl. Michelle estaba sentada junto a él por encima de una barandilla de hierro en una zona de la sede de la O.S.M. Ambos ha kan adquirido, por parte de Lewis, el conocimiento de aquello que la máquina ocultaba realmente. Michelle bebió un sorbo de cerveza

—Bien, si tendrías que guardar un secreto tan importante como el que se haya tras esa puerta del establecimiento; sabes que mucha gente te perseguiría por solamente poseerlo. —replicó Michelle—; hasta ahora no puedo creerme que de esa máquina —hizo una pausa—... depende nuestras vidas. Nuestro universo se halla ahí dentro, de inicio a fin.

—¿Entonces quiere decir que encima nuestro se halla esa cosa? —preguntó Karl.

—Hay algo más —dijo Michelle—, hay una entidad creada por la misma máquina —explicó—... no, esa entidad es un reflejo de la máquina; todos venimos de ella. ¿Quién supondría que nuestro origen dejaría pistas nada más ni nada menos que en nosotros mismos?

La Alphamachine había sido creada precisamente para evitar la catástrofe que los había llevado a la situación de esconderse bajo tierra, pero no era una máquina del tiempo realmente, sino que era aquel dios del que tanto hablaban los escritos históricos; todos ellos, era aquella deidad que creó el universo: la unidad. Todo se halla dentro de esa máquina, entonces se supone que aquello que sale de este ciclo de eterno retorno ¿Es la nada? Pensó Karl.

2

Los árboles se movían bruscamente ante el anuncio de una tormenta que estaba cerca de llegar a Norkele. Sonia cabalgaba a toda prisa por el camino mientras olfateaba a Aiki, pero en cierto punto logro notar algo; una división de uno a dos olores. ¿Acaso Aiki está en dos partes a la vez? Se preguntó. Se esforzó para rastrearlo pero no sabía cuál iba a ser él, entonces lo notó; una mala energía provenía del lado del este, mientras que en el oeste se hallaba aquello que parecía ser el verdadero.

3

—¿Dónde estamos? —inquirió Aiki.

—Ciudad Zafiro —replicó Jellert—: a unos kilómetros de Ciudad igualdad. —agregó. Aiki se hallaba bastante desorientado en ese momento; de un momento a otro, de sentir un adormecimiento de gran parte del cuerpo y ver la nada misma, la realidad se había encendido en ese lugar específico;, como si lo hubiesen desconectado y vuelto a colocar en el mundo. Al lado de Aiki se escuchó un golpe en una de las paredes, y poco después la ventana de la habitación se rompió; Sonia la atravesó.

—¡Idiota! —dijo Sonia mientras fruncía el ceño— ¡¿Acaso no dije que tengas cuidado con lo que haces?! —agregó. Ella volteo a ver a Jellert— ¿Acaso él te ha secuestrado?

—No —dijo Aiki—; él me ayudó —comenzó a sentir su ira subir cada vez más. Sonia había llegado a burlarse de él nuevamente, o eso era lo más probable—, a diferencia de ti. —agregó tomando coraje.

—¡¿Cómo?! —inquirió repentinamente Sonia, se alzó más mientras su iris se tenía de un rojo cada vez más brillante pareciendo dos rubíes— ¿Sabes acaso quién envió a Saiyu cuando necesitabas aprobar nuestro examen? ¿O de donde te llegó tu caballo? —se detuvo, respiro, y prosiguió— ... Ahora no hay tiempo para seguir hablando, ya que hay algo terrible suelto en este lugar.

Aiki estaba confundido, ¿Acaso hablaba del hombre que lo engañó? ¿Acaso Sonia sabía algo? Y sobretodo: ¿Ella lo estuvo ayudando todo ese tiempo?

—¡Vamos! —ordenó Sonia mientras lo tomaba de la mano sana. Aiki se levantó de un tirón y ambos se dirigieron hacia la puerta.

Génesis: la espada maestra © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora