XX: Del plomo al oro

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En Pangea Última, base de la OSM

—Chelle, ¿Crees que esto sirva? —preguntó Karl.

—¿Servir? —inquirió Chelle—; puede ser, pero estaremos a manos de alguien más.

—Lo se —dijo Karl—, pero si programamos un gemas y las esparcimos en el mundo, esperaremos que la máquina y su código decidan que alguien digno de su poder las comience a adquirir.

—Muy bien, cualquier arma que use esa gema, hará que su portador entre en contacto con la máquina, y nosotros podremos vigilar que hace; es una buena idea la verdad, porque nadie diría que después de todo, los mismos que hicimos la máquina seríamos los que la máquina creó, y que terminamos dañando lo que nos quedaba como hogar.

—Solamente espero que aquel que posea dicha arma, sea suficientemente valiente y seguro de sí mismo como para detener este problema; esta guerra.

Génesis: la espada maestra © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora