Capitulo 5: Otra vez
[Narrador]
Luego de las palabras de la rubia, todo se volvió un caos.
Un maldito y adictivo caos.
En algún punto la pelinegra se preguntó quién había besado a quien, pero en el momento en que su lengua se encontró con la de la rubia, ya no podía concentrarse en nada más que en la rubia.
—¿Por qué me haces esto Yelena? —preguntó entre jadeos, mientras la rubia besaba su pecho.
—¿Que te hago según tú? —regreso la pregunta separándose un poco de su cuerpo —¿Quieres parar?
La rubia se hizo a un lado y destrabó la puerta, le hizo un ademán para que saliera del baño.
—Estoy dándote lo que quieres, pero si justo ahora lo que deseas es irte, entonces vé sin ningún problema, ni queja por mi parte. —sonrió divertida al ver la cara de la pelinegra que no entendía que demonios acaba de pasar.
—¡Demonios...!
Kate enredó las manos en la melena rubia y Yelena la tomó de la cintura pegándole a la puerta, haciendo que sus cuerpos semidesnudos chocarán entre sí, sacándole suspiros a ambas.
La pelinegra sintió el cuerpo de Yelena vibrar, la muy... Se estaba riendo, estuvo a punto de separarse para decirle algo pero lo único que salió de sus labios fué un gemido cuando Yelena tomó sus nalgas sobre el estorboso jeans apretándolas con bastante fuerza y bajó los labios a su cuello, tocando el punto dulce de este.
—Te odio —logró decir en un hilo de voz y está vez si escuchó la risa de la rubia, la cual chocaba en su oído y se sintió temblar ligeramente.
—Me amas, Bishop —habló con tanta seguridad que Kate estuvo a punto de afirmarlo, pero se mordió la lengua evitando espantar a la rubia. —Pero no estas preparada para esta conversación.
Maldita rubia oxigenada, realmente le causaba muchas cosas cuando actuaba con tanta seguridad.
—Ahora, silencio. Quiero concentrarme —demandó antes de morder su cuello de forma brusca justo como a la pelinegra le encantaba, succionó el mismo punto en dónde mordió y Kate gimió nuevamente, curvando su cuerpo contra el de la rubia.
—Eres una bruta.
—Lo cual te encanta, pero de verdad necesito que dejes de quejarte y cooperes. —advirtió mientras presionaba su muslo en el centro de la pelinegra la cual se mordió el labio para no dejar escapar ningún sonido— Excepto si vas a gemir o a suplicar, allí no vale la regla. —bromeó y su voz sonaba profunda producto de la excitación.
Yelena detuvo el arrebato porque necesitaba sacarle los jeans, no podía esperar más y la necesito demasiado durante las vacaciones, se arrodillo arrastrando los jeans fuera de sus piernas, usando sus uñas para arañar levemente sus muslos en el proceso.
—Detesto que conozcas tan bien mi cuerpo. —su oscura mirada se fijo en el verde profundo de la rubia.
—Sería una muy mala amante si no supiera lo que te enloquece después de tanto tiempo.
Jodida Romanoff, pensó la pelinegra mientras que su atenta mirada no abandonaba los actos seguidos de la mujer que aún permanecía arrodillada frente a ella.
—Me encanta tu ropa interior, pero disfruto más verla en el suelo. —mordiszqueo levemente su muslo.
Tomó las bragas y las deslizó fuera de su cuerpo, se levantó rápidamente uniendo sus labios en un apasionado beso, donde sus lenguas entraron en batalla logrando casi el desfallecimiento de ambas.
Las tímidas manos de la pelinegra no querían esperar más para desnudarla porque no iba a decirlo y darle ese gusto a Yelena de ser la burla pero la extraño mucho, extraño estos encuentros fortuitos donde fingía que la rubia era quien los propiciaba.
Secretamente cada vez que se arreglaba para ver a la rubia escogía sus mejores outfits y la ropa interior más provocativa. Se prometió si misma que esta sería la última vez, no podía seguir haciendo esto con su mejor amiga, pero si realmente era la última vez lo disfrutaría al máximo.
Tomó el broche del sujetador y liberó los pecho de Yelena, deslizando las tiras por sus brazos apresurada para apartarlo del camino, bajo sus manos por los costados hasta el borde de las bragas que no dudo un segundo en bajarlas por las piernas de la mayor.
—Que atrevida estamos hoy señorita Bishop.
—Dijiste que la regla era callarse, así que haz silencio Romanoff.
Kate sujeto fuertemente el cabello de Yelena para llevarla directo a la regadera donde el agua llevaba rato cayendo, entraron a tropezones entre besos y caricias.
Una cosa llevo a la otra y pronto la menor se encontraba sujetándose de las paredes, mientras que su compañera sujetaba una de sus piernas sobre su hombro y hundía su boca en su centro.
—Maldita Yelena... —gimió en voz baja, sujeto sus rubios cabellos en su puño.
Yelena la miro con deseo y burla en sus verdes ojos sin apartar su boca del trabajo que seguía realizando entre las piernas de Katherine.
...
La cama estaba hecha un desastre, las sábanas estaban húmedas gracias a su previa parada en el baño y ni siquiera se habian secado al salir. Yelena se dejó caer a un lado, atrayendo a la menor con su mano para descansar sobre su pequeña humanidad.
—¿Otra ronda? —Yelena habló a pesar de que estaba cansada y su respiración así la delataba.
—Dame tregua Romanoff. —Kate murmuró sobre su cuello, estaba acostada sobre el cuerpo de la rubia— Además, no creo que esto se repita nuevamente, así que disfrútalo mientras puedas.
—Aquí vamos de nuevo, eso dijiste las "últimas" cuatro veces. —se burló y antes de que Kate se levantara, las giró con maestría haciendo que el cuerpo de la pelinegra, quedara bajo el suyo—Sigo sin comprender que tiene de malo, he escuchado este estúpido discurso de la ultima vez unas cuantas veces ya. —dejó un beso sobre su pecho, cruzando sus brazos por encima del pecho de la menor y recargar su mentón. —Bien sabes que nunca cumples con lo de alejarnos Kate, ya deberías rendirte y entregarte a mi sin tantas quejas.
—Te crees mucho —gruñó con mala cara.
—Corrección —en estos momentos, Kate quería borrar esa expresión de suficiencia con un golpe en su bonita cara—No me creo, soy mucho —susurró acercándose a sus labios nuevamente mientras sus ojos se oscurecian—, también me gusta hacerte sentir mucho. —dijo mirándola directamente y Kate movió los ojos al techo, huyendo de la mirada tan intensa de Yelena.
—Lo que digas. —colocó la mano en el rostro contrario alejandole.
Quería resistirse a ella, pero era muy difícil cuando la miraba con esa hambre de ir más allá, de llevarla al mismísimo infierno, detestaba que fuera tan débil ante los encantos de la rubia, porque esa jodida genética de las Romanoff siempre conseguía lo que quería.
—Sabes que es cierto, pero tú eres muy cabeza dura. —asegura mientras cruza los brazos de Kate tras la cabeza de la misma— No aceptas lo obvio.
Sentándose sobre su cadera para atrapar bien su cuerpo, sonrió divertida y encantada de tener a la pelinegra a su merced nuevamente. Deseaba llevarla al limite y hacerla confesar lo obvio, quería escucharla rendirse y darle la razón por primera vez.
Quería tantas cosas que implicaban a la pelinegra que ella misma se aterraba de en algún punto tener que ser ella la que diera marcha atrás, porque que pasaba si ella realmente no sentía nada más allá de la amistad.
Le daba muchísimo miedo detenerse a pensar en ello, ninguna de las dos sabia es que ambas tenian miedo.
—Yelena... —advirtió Kate, no le gustaba por dónde iba el tema, había sido ya causa de peleas entre ellas en distintas ocasiones, en ese momento estaba bastante bien para arruinarlo con una discusión sin sentido.
—Ya, solo digo la verdad —sonó frustrada—, y te molesta la verdad.
—Basta o me voy.
—Kate odio que no escuches lo que tengo que decirte.
—La que no escucha es realmente otra.
Yelena suspiró y finalmente se rindió acostándose ahora sobre Kate, con su cara en el cuello de la pelinegra. No le quería dar la razón a Kate, es decir, seguramente si ella insistirá con el tema Kate se iría pero ellas siempre volvían a estar juntas. Solo no quería romper ese momento, estaba muy cómoda luego de lo que hicieron.
—Escúchame bien, no importa si me caso con Cooper o si no lo hago. Te quiero, te amo un montón y me volvería loca si perdiera tu amistad. —dijo con tono suave y llenó de una verdad absoluta.
Yelena sintio esa horrible presión en su pecho que sentía siempre que ella la relegaba a ese estúpido puesto de amiga, detestaba cuando luego de todo lo que habian vivido.Tenía que admitir que esa mujer la tenía en la zona de amigos, que no importaba cuantas veces discutieran por lo mismo al parecer la única que notaba la diferencia era ella misma.
O eso creía ella.
Kate siempre la hacia sentir bien solo con verla, pero ella no lo iba a admitir primero. Quedaría demasiado expuesta y seguramente Kate le rompería el corazón aunque lo que dijera fuera mentira.
Simplemente Yelena tampoco estaba lista para dejarla ir, porque admitir sus sentimientos solo significaria romper con todo. Tenía bastante claro que Katherine siempre escogería a cualquier miembro de la familia Barton por encima de ella.
Pero de nuevo, eso era lo que ella creía.
—¿Qué tal si me ayudas a organizar mi habitación? —preguntó la mayor apartándose rápidamente de su cuerpo. —Luego podemos ver una película o serie.
—Suena bien.
Yelena fingió no prestar atención para así poder ir por su ropa al armario donde tomó cualquier cosa para pijama, sentía la mirada de la pelinegra en su espalda pero la conocía lo suficientemente bien para asegurar que no diría nada.
—Bien, puedes empezar por el baño ya que eso fue tu idea.
—Yelena, básicamente me obligaste a hacerlo contigo. —la mayor alzó una ceja divertida.
—No parecías para nada obligada cuando, me tiraste sobre la cama y me nalgueaste, ni que hablar de cuando te metiste entre mis pier...
—¡Callate Yelena! Ya entendí, no volveré a decir que me obligas. —le lanzó alguna de las prendas que solía dejar en nuestras pijamadas. —Pero tienes que admitir que intentabas provocarme.
—No, yo solo intentaba darme un ducha. —dijo con burla. —Fuiste tu quien ingreso a mi casa, habitación y posteriormente a mi baño cuando intentaba ducharme, que básicamente la obligada y abusada soy yo. —le saco la lengua, para ir al otro lado de la habitación.
—Ya claro, tan obligada que no me dejaste salir luego.
—¡Aja! —se burló desde el otro lado de la habitación, recogiendo parte del desastre que causaron.
—Eres una estúpida Romanoff.
—No más que tú...
Ambas comenzaron a reír olvidándose por un momento de todo el drama que había entre ellas para así poder concentrarse en recoger y darse tiempo de amigas que necesitaban en ese momento.
—Te extrañe un montón en las vacaciones.
—Yo también te extrañe Bishop, es una pesadilla compartir tanto tiempo con Natasha y Wanda tragandose entre sí.
—Eres muy mala con Wanda.
—Solo la molesto, al menos no me detesta como Maria... —Kate comenzó a reír sin control. —Ni siquiera fui tan mala con ella.
—Yelena teñiste su cabello de verde, perdiste su identificación, extraviaste a ese horrible perro que tenía, eso sin contar cuando le pusiste cacahuetes a su crema para piel porque pensaste que su alergia era algo inventado. —la mayor se carcajeo divertida —Espera y ¿acaso no fuiste tu la que descubrio su aventura con la secretaria, en medio de una cena familiar?
—Ya entendí Katherine.
—Realmente no entiendo ¿Por qué razón podría guardarte rencor? —y más sarcasmo.
—¿Qué película quieres ver? —cambio de tema para ya no seguir recordando que en su adolescencia había sido una espinilla en el culo de su ex cuñada. —¿Terror, comedia, romance, animada?
—¡Terror!
Ambas chocaron sus manos y sintieron esa conocida chispa avivarse en su interior, avisando que era hora de abandonar la habitación si no querían acabar donde empezaron.
Salieron de la habitación saltando sobre el sillón, para ver una conocida película de terror que ambas amaban.
—¡La noche del demonio! —dijo la pelinegra aunque ya sabía que esa iba a colocar la rubia. Ambas tenian un extraño gusto en reirse en medio de las peliculas de terror solo porque era demasiado sobre actuado para ellas.
—Lo sé bicho.
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Mejores Amantes
FanfictionMEJORES AMANTES; PRIMERA TEMPORADA. ¿Amigas? ¿Amantes? ¿Que demonios era eso? -Obviamente es Bishop, siendo Bishop. -Kate, eres una estúpida. -_-_-_-_- Esta es una historia nueva en la que iremos avanzando poco a poco, es una colaboración con una de...