- Tengo que admitir que duraste más de lo que pensé. – confeso el peliverde viendo a su hermana.
Hace como cinco días Poseidón y Sigrid se habían casado, y cuatro desde que la pelirroja fue a vivir con su esposo, pero en la mañana del cuarto día, la hija de Odín regreso a Asgard siendo recibida por su hermano adoptivo, al cual sorprendió a punto de jugarle una broma al menor de los tres.
- Tres días enteros viviendo con el apático de Poseidón, mis respetos hermanita. – se burló el dios, la contraria solo de dedico una mala mirada. – sea como sea, sabes que no te puedes quedar. –
- Ya se. – replico con queja, estaba boca abajo en su antigua cama sin querer saber nada de su misma existencia. – el primer día no estuvo tan mal, digo, solo me recibió con su típica cara de desprecio, y nos peleamos por un incidente que ubo con un alma, después de eso ni nos vimos. –
- ¿Como? ¿no comparten habitación? – negó a la pregunta de su hermano y este se mostró algo sorprendido, pero después recordó que se trataba de su hermana y el dios del mar.
- La cosa es que ya no soporto estar ahí, me aburro en mi habitación, pero tampoco quiero salir, porque si salgo y me encuentro con él nos vamos a pelear y sinceramente yo para peleas no estoy en estos momentos. – el peliverde solo la miraba con cara de preocupación por no saber cómo ayudarla, sabía que no se podía entrometer en ese asunto, pensó alguna forma de animar a su hermana, y sonrió al recordar el estado actual de la pelirroja.
- Ya tienes más pancita. – miro a su hermano, Loki se asustó al notar que su hermana estaba a punto de llorar.
- ¿me estás diciendo gorda? – "mierda" pensó.
- No, no, solo que estas más llenita. – intento corregir su error, pero solo recibió un golpe en su cara con una almohada.
- ¡es lo mismo idiota! – ciertamente no funciono.
Las siguientes dos horas Loki se quedó con su hermana intentado consolarla, pero solo ganaba más llanto de la contraria, y cuando al fin logro calmarla Thor llego para hacerla llorar nuevamente.
Finalmente, tras una larga jornada de puro llanto y consuelo, la pelirroja tuvo que volver al palacio de su marido, el cual la vio por el rabillo del ojo cuando llego, noto sus ojos hinchados y su cara roja, supuso que lloro, pero poco le importo y se fue dejándola sola, esta solo fue a su habitación, sus ánimos estaban por los suelos, lo único que quería era dormir y no saber nada de la vida.
Por otro lado, la mujer castaña había notado los ojos rojos de la pelirroja, solo miro al suelo y se retiró, sabía que tal vez se debía al embarazo, pero estar casada y encima discutirse con su esposo a diario no era bueno para él bebe.
- ¿Qué pasa? – pregunto proteo entrando a la cocina y viendo a su compañera, solo suspiro mirando sus manos.
- Sabes que en el estado que esta la señora, tiene que estar tranquila. – asintió a lo dicho por la mujer. – las discusiones que tiene con el amo no ayudan en nada. - comento preocupada por el estado de la pelirroja.
- lo se. pero no podemos meternos, y lo sabes. -
Mientras tanto, la pelirroja se había levantado por el hambre, miro la puerta de aquella habitación atentamente, no quería salir y encontrarse con el rubio, pero su hambre era más grande, así que se levantó de esa cama y salió de la habitación, mientras caminaba en dirección a la cocina se reprendía a ella misma por la estupidez que cometió, sabía que ya no tenía caso arrepentirse pues era algo que ya había pasado y no podía hacer nada para cambiarlo, solo tenía que sobrellevarlo, pues le gustara o no ya estaba ahí.
De tubo su andar al sentir la presencia de un alma, miro al otro lado donde se ubicaba uno de los jardines del palacio, en la fuente pudo divisar aquella bolita verde, que al parecer buscaba algo. Se acercó, el alma al sentir su presencia giro a esta para acercarse, la pelirroja tomo el alma en brazos y se sentó en la fuente.
Un rubio caminaba por los pasillos del palacio en dirección a la salida, su hermano menor lo había mandado a llamar, no sabía por qué y se negó más de una vez, pero al darse cuenta de que el menor no lo dejaría de molestar decidió ir a regañadientes.
Mientras pasaba por uno de los jardines de su palacio, girando su mirada sin ninguna razón, pudo ver a su esposa sentada en la fuente acompañada de un alma, la examinó desde su lugar y recordó el día en que la conoció.
(...)
El pequeño rubio caminada por los pasillos de aquel palacio, con un libro en mano, disfrutaba de su lectura aprovechando que ninguno de sus hermanos lo molestaba en ese momento, pero dos risas llegaron a sus oídos desconcentrándolo de su lectura, había reconocido la risa de su Hermano mayor Hades, más la otra no pudo reconocerla, curioso pero pareciendo desinteresado, se dirigió donde provenían esas risas.
Pudo ver a su hermano mayor y a una chica pelirroja, la cual le era desconocida. El mayor noto la presencia de su hermano y levanto la mirada para verlo y después volver a sonreír.
- Poseidón. – llamo con alegría el rubio mayor y se levantó, dirigiéndose al menor, la chica solo lo comenzó a seguir con la mirada. – ven, te quiero presentar a alguien. – tomándolo por los hombros, comenzó a guiarlo hasta quedar frente a la pelirroja, la cual seguía sentada dándole la espalda a los griegos – Grid, él es mi hermano menor. – la chica se levantó y volteo a ver al más pequeño, este solo mantenía su mirada fija en la nada.
- Así que tú eres Poseidón. Hades me ha contado mucho de ti, Moria por conocerte. - saludo la pelirroja con alegría mostrándole una sonrisa.
- Poseidón, ella es Sigrid, es del panteón Nórdico y mi mejor amiga. – presento a la pelirroja el mayor de los hijos de cronos.
- Se parece mucho a ti. – comento la pelirroja dirigiendo su mirada a Hades con una sonrisa, este solo se rasco su nuca de forma nerviosa.
- ¿tú crees? – pregunto y la hija de Odín asintió.
Por otro lado, el rubio miro a la pelirroja mientras esta mantenía su atención en el mayor, examinado cada parte de ella de manera rápida para que esta no notara que la estaba observando de más, frunció ligeramente el ceño y se fue sin decir nada.
***
Desde que la conoció no le agrado en lo más mínimo, aunque si era cierto que ninguna persona le agradaba, ella era un caso especial, ni el sabia el motivo, pero a medida que iba creciendo el desagrado que tenía hacia ella solo fue en aumento, con el tiempo la pelirroja también comenzó a tomarle desprecio por culpa de la actitud del rubio.
Frunció muy ligeramente el ceño y retomo su camino a la salida de su palacio. El la odiaba y eso no cambiaría, ni, aunque hubiera un bebé de por medio.
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"espero que les allá gustado :))), feliz noche"
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Una Historia No Contada
RandomPara ella, él era despreciable. para él, ella era patética. pero... ¿Quién hubiera dicho que un pequeño error cambiaria eso? ______________ la historia no es fiel a la mitología Griega ni Nórdica. los personajes pertenecen a Takumi Fukui y Shinya...