Capítulo Diesiocho [18]

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  T/N observaba el mapa mientras William conducía, hacían equipo donde una indicaba y el otro se ubicaba.

  Al llegar a la calle localizada, tocaba encontrar la casa, y por lo que señalaba el mapa, era la última, la que estaba más cerca del bosque que envolvía el pueblo, según el chico de cabello en hongo era la casa perfecta para hacer cosas malas e ilegales, en lo que la chica concordó.

  Se acercaron y entre más la veían, más parecía la casa de un viejo loco pero millonario. Era blanca y de dos pisos, tenía un gran patio verde delantero, que estaba enrejado con barras doradas, con gran iluminación y grandes ventanales. Era como un sueño para ambos, pero como era la casa de una persona mala, ya no era una casa que se pudiera desear.

– Bien, acá tienen o traerán a Springtrap, hay que ser cautelosos–. El chico estacionó su camioneta en la siguiente cuadra, ya que levantaría sospechas una camioneta parada directamente frente a la casa más grande del barrio.

  Ambos bajaron y con cautela se encondieron detrás de unos arbustos que habían en la vereda, observaron durante un rato los grandes ventanales, a ver si algo les daba una pista de lo que pasaba, aunque por unos momentos, en medio de la ansiedad, pensaron en que se habían equivocado de casa.

  Cuando ambos captaron una silueta muy familiar. Era el Vicepresidente, hablaba con otra silueta que sacaba el doble de su estatura, por los movimientos se veía que Ladon estaba nervioso. Ambos chicos se miraron sin entender mucho que era lo que pasaba, hasta que se vio que le entregó una especie de carpeta, que el gran señor ojeo así no más. Luego hablaron un poco más y desaparecieron del ventanal.

– ¿Será que el Vice ni sabe en lo que está metido?–. Preguntó ella. Ambos se miraron cuando se escuchó que la reja comenzó a moverse, mientras se escuchaban voces acercarse. Cada uno se acomodó detrás de los grandes arbustos y trató de escuchar atentamente.

– Le agradezco su visita Señor Ladon, y el material proporcionado de su empresa, revisaré lo que me puede ofrecer su producto, y se lo diré el Miércoles, en nuestra cena de negocios junto con el Señor Richard, sin más, me despido–. Se escuchó decir, seguramente la profunda y gruesa voz era del hombre que parecía medir 2 metros.

– Nos vemos Señor, lo esperamos en la cena del Miércoles–. Esa voz era de nuestro Vice, se escuchaba temblorosa, casi como si en cualquier momento se desmayaria del miedo.

  El sonido de la reja eléctrica cerrándose se hizo presente. Ahora estaban solos de nuevo en esos arbustos, ambos se miraron con más preguntas que respuestas. ¿Qué hacía el Señor Ladon aquí, sólo?, ¿Qué tiene que ver Richard en esto?, ¿Qué había en esa carpeta o qué es el producto del que hablan?, ¿Será Springtrap?, ¿Podrán conseguir información si van a esa cena el Miércoles?, pero, ¿Dónde será?

  El dúo estaba muy confundido, pero algo sabían, faltaban una semana para el día de la cena, tenían tiempo para averiguar en donde iba a ser, también de explicarle todo a Cade y Peter, ya que necesitarían su ayuda, pero no podían hacerlo si no le decían la verdad.

  Ambos se encaminaron hacia la camioneta y se quedaron unos minutos ahí, mientras William llamó a Cade.

– ¿Hola?, ¿William?, ¿Sucedió algo?–. Preguntó un tanto preocupado.

– Si, si, tranquilo, llamaba porque quiero saber cuando estás libre, necesitamos hablar seriamente de cierto tema, pero también necesitamos a Peter–.

  Ellos continuaron hablando mientras T/N miraba por las ventanas un poco cansada y con frío. Pensaba en cómo harían para recuperar al gran conejo, si bien, a los ojos de otras personas, salvar a un animatrónico raro es loco y estúpido de hacer, es algo de lo que te tendrías que olvidar, pero no podía ignorar el hecho de que ya le habían agarrado cariño al robot viviente.

  Aunque se asustaba rápido y a veces se enojaba por todo, era adorable en sus tiempos tranquilos, al chico ya le agradaba el conejo, gracias a eso lo fue queriendo y ahora tenía sentido la preocupación de ambos.

– Mañana nos veremos con los chicos, debemos contarles los justo y necesario para que crean que esto es una buena idea–. Bromeó un poco.

– Bueno, aunque no sea una buena idea, hay que hacer lo posible para convertirla en buena!–. Ambos se miraron y rieron un poco, listos para ir a casa.

  Si bien William estaba cansado al igual que ella, no podía ignorar el sentimiento de culpa por haberle dejado las cosas aún más fácil a quienes secuestraron al conejo, y más por haberle hecho pasar un horrible momento a T/N. Pero sabía que sí el plan salía bien, iban a estar más tranquilo que nunca.

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  818~

Realidades alternas (Springtrap/William Afton)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora