Corazón Ciego; Chanmin

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—Pero yo creí que íbamos a salir —Le dije a Chan, decepcionado mientras observa mi ridículo short de figuras geométricas fosforescentes. Tire una sombrilla amarilla que había comprado en el camino y deje mi mochila sobre el suelo—. ¿Por qué siempre no salimos?

—Decidí que aquí tendríamos más privacidad. ¿Acaso no te agrada la idea? —Dijo él mientras me tomaba de la mano y me pedía que lo guiara hacía el patio trasero—. Además, quiero hablar contigo.

— ¿Hablar conmigo? ¿Sobre qué? —Le pregunte, nervioso y emocionado a la vez. Había tantas cosas que él podría decirme y yo solamente me imaginaba que me confesaría su amor eterno y ese tipo de cursilerías que en lo particular yo amaba—.

—Más al rato. Hay que disfrutar de la piscina, ¿vale?

—Siempre podemos disfrutar de la piscina. No es como si tu casa estuviera siempre llena, eh.

—Tú sabes a que me refiero, Minnie—Dijo él mientras lo guiaba hacía la orilla de la piscina y después se separaba de mi agarre para sentarse sobre el suelo. Me senté a su lado—.

—No. Realmente no se a qué te refieres.

—Disfrutemos de la piscina, como pareja. Bueno, ¿Así te quedan las cosas claras? —Termino de hablar y se zambullo dentro del agua, salpicándome y mojándome al instante. Pero no me moleste. Ni siquiera me di cuenta. Solo podía pensar en sus palabras—.

«Disfrutemos de la piscina como pareja».

¿Eso significaba que éramos novios?

Me levante del suelo, me quite la camisa y grite.

— ¡Chan! ¡Agárrame porque ahí voy! —El levanto su cabeza, despistado y después me di un clavado, chocando contra el agua de la piscina. Intente quedarme lo más quieto posible y después me impulse con los pies hacía Chan, ya que yo no sabía nadar. Lo abrace por el cuello y sin importarme, le plante un beso en los labios. El me tomo por la espalda y rio—.

— ¿A qué se debió eso?

—Yo puedo besar a mi novio cuando se me pegue la gana, ¿o no? —Sonreí alegremente mientras él se volvía a acercar a mí y me daba un fuerte abrazo. Me dio un tierno beso en la nariz y llevo una de sus manos hacía mi rostro—.

—Por supuesto que sí. Y yo puedo hacerte lo mismo cada vez que se me pegue la gana.

—No lo creo. Tal vez a tu novio le moleste. Creo que se pondrá celoso.

—Cualquiera estaría celoso de alguien tan tierno y hermoso como tú. Incluso mi novio.

— ¿Ah, sí? —Pregunte mientras nuestras frentes se tocaban—. ¿Y quién es tu novio?

—Es un hermoso chico que tiene la nariz más linda de todo Seúl y unos exóticos labios delgados y suaves. Ah, y trabaja como niñero. ¿No lo conoces? —Dijo él mientras acunaba mi húmedo rostro con sus manos—.