- Se solicita niñero con o sin experiencia, con mucha paciencia y ganas de trabajar.
(...)
-No importa, yo quiero el trabajo, sus hijos estarán en buenas manos.
-Veras... Quiero que cuides a mi hijo de 23 años
-¿Eh?
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Esta es mi primera adaptac...
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—Como sea.
Después de haberme duchado, secado el cabello y enrollar mi cintura en una toalla blanca, Jeongin me esperaba impaciente en su cuarto, con una plancha en una mano y en la otra, un cepillo puntiagudo.
Me obligo a sentarme en una silla, ya que yo era unos cuantos centímetros más alto que su metro sesenta y dos de estatura, por lo que peinarme parado hubiera sido un total martirio.
Comenzó alisar todo el cabello haciendo movimientos desconocidos con artefacto, por lo que cerré los ojos para no terminar sin uno de ellos o viéndome quedar sin la mitad de mi cabellera, hasta terminar abrí los ojos llevándome la sorpresa que mi cabello fue dejado en suaves ondas por la parte frontal dejando mi frente ligeramente descubierta. También peino ligeramente de los lados con ayuda de algo de gel para mantenerlo en su lugar por mas tiempo. Después de haber terminado con mi cabello, decidió que lo mejor sería probarme la ropa primero, en caso de que no me gustara como que quedará. Daba igual lo que eligiera, porque en su mayoría, el vestuario de Jeongin era color negro, pero bueno, no me pondría a discutir nada de esas cosas con el. Comenzó a tomar ropa y aventarla en mi dirección. Cuando el termino, yo estaba sobre la cama con todas las prendas encima de mí, aplastándome. El río.
Al final, decidí ponerme unos jeans de cuero negro, junto con una camisa desmangada del mismo tono y una camisa de botones color vino dejándola abierta. Cuando termino retomo el asunto del maquillaje. Me opuse a esto y decidí quitarlo, aunque el opuso resistencia y comento que cuando me viera en el espejo, quedaría más que satisfecho. Por lo cual le creí. Después aplico un poco de colorete sobre mis pómulos para que, según él, se viera natural y sombras ligeras en los parpados. Solo puso un poco de brillo en mis labios e indico que me fijara en el espejo.
—Wow.
Y valla que me veía bien. No recuerdo haberme quedado sin palabras al mirar mi aspecto desde el séptimo grado, en el que acompañe a Hyunjin a su graduación. Ese día me habían obligado a usar un traje salmón—odio el salmón— y también me habían alisado el cabello, me veía muy diferente. Como hoy, solo que esta vez, me gustaba más porque no tenía que llevar ningún horroroso traje salmón. Me gire hacía Jeongin con una sonrisa en el rostro y lo abrace.
— ¡Muchísimas gracias! ¡Apenas me reconozco! —Los dos reímos mientras seguíamos abrazados
—. Eres un mago, ¿sabías?
— ¿De los buenos o de los malos? —Pregunto el—.
—De los dos —Le dije mientras el me lanzaba una almohada directamente hacía la cabeza—.
—Te quiero. Aunque seas un estúpido —Jeongin me dijo, separándose de mí. Le sonreí—.
—También yo, idiota.
A las siete de la noche, me encontraba afuera de la casa de la señora Nayeon. Ya que nunca había estado ahí de noche, el ambiente había cambiado mucho. Los faroles de la calle iluminaban gloriosamente hacía la casa, como si tuviera vida, o algo así. La fuente del patío delantero también emitía luz y un pequeño señor al que reconocí como Park—que era el mayordomo, jardinero y chofer de la señora Nayeon—, estaba regando el recién podado pasto. Lo salude brevemente con una reverencia y después de sacarle la vuelta al agua, me dirigí hacia el interior de la casa.
Como trabajaba aquí, Nayeon me había dado unas copias de las llaves, por lo cual no necesitaba tocar el timbre y esperar a que me abrieran.
Como era costumbre, Nayeon no se encontraba en casa, por lo cual me evite el darle explicaciones de porque estaba aquí tan tarde.
Subí las escaleras dando trompicones y me dirigí hacía el cuarto de Chan. La puerta estaba medio abierta, pero aún así toque, entrando mientras lo hacía. El estaba sentado sobre su cama tomando agua e intentando amarrar las agujetas de sus converse negros. Lo mire. Había acertado en el blanco al llevar puesta esta ropa. El también llevaba unos jeans negros, aunque no de cuero, una camiseta gris que decía Australia y un cardigán negro. Amaba a los hombres que podían llevar un cardigán y aún así verse bien. Llevaba el cabello húmedo y alborotado sobre sus ojos miel. Sonreí.
— ¿He llegado a tiempo? —Le dije mientras me sentaba en el piso frente a él y tomaba uno de sus pies entre mis manos—.
— ¿Qué haces Seungmin? —Pregunto él en tono serio—.
—Uy. Estoy amarrándote las agujetas —Le dije mientras terminaba con su pie izquierdo y después tomaba el derecho—. Por cierto, lindos converse.
—Gracias. Ahora, ¿nos vamos? —Dijo mientras se levantaba de la cama y comenzaba a caminar hacia la puerta de su cuarto, tocando las paredes para no tropezarse. Me incorpore y lo seguí—.
—Vale, pero cuidado con las escaleras.
Cuarenta y cinco minutos después de inútiles instrucciones por parte de Chan y varias canciones de Day6 cantadas a todo pulmón en el coche, finalmente llegamos a casa de Minho. Vivía en Gangnam, como yo, solo que su casa era muchísimo más hermosa y deslumbrante que la mía. Estaba empezando a odiar el hecho de juntarme con gente con casas como esta. Era de color marrón y tenía rejas obscuras, grandes ventanales que daban vista a la ciudad y una exuberante chimenea construida solo con piedras lisas. Apenas y podríamos llegar hasta allá, de la cantidad tan enorme de gente que había. Tome el brazo de Chan, para no perdernos ni él, ni yo.
— ¿Y ahora qué? ¿Qué hacemos? —Le dije gritando por encima de la estruendosa música. Algo de rap que no podría identificar ni en un millón de años—.
— ¡Busca a Minho! —Grito él. Lo lleve hacía un sillón, para que no se tropezara mientras yo iba a buscar a Minho y en cuanto se acomodo en él, comenzó a platicar con un chico rubio que tenía expansiones negras en las orejas. El me miro y me dirigió una sonrisa, que yo devolví. Después me aleje y me perdí en la multitud.
Había gente en cada rincón de la casa, al igual que la cerveza, que obviamente no podría faltar. Los fumadores se encontraban en el patío trasero, un par de parejas sobre los sillones, las paredes e incluso el suelo, tragándose vivos, otras personas rompiendo jarrones y platos, y otros corriendo desnudos alrededor de la piscina trasera. Era un tremendo caos. Me llevaría un siglo encontrar a Minho.
Seguí recorriendo la casa, sin ninguna pista de él. Quería darme por vencido e ir directamente hacía Chan, pero tampoco quería defraudarlo. Después de haber visto tres veces toda la planta inferior, decidí ir escaleras arriba y probar mi suerte. Subí de dos en dos los escalones, a toda prisa, y comencé a mirar en los cuartos. Algunos solos y otro... bueno ya saben.
Por último, metí la cabeza en un cuarto, nadie lo ocupaba. Bueno por lo menos era algo pero, ¿dónde se había escondido Minho? Decidí bajar y preguntarle a alguien desconocido, si lo habían visto, así que cerré la puerta. Pero antes de poder evitarlo, alguien me había tomado de la cintura, apretándome en un abrazo. Me giré.
Hyunjin.
Hyunjin y Chan, en la misma casa.
¿Enserio?
Demonios.
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