Epílogo

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❝Siempre he vivido con el miedo de perder a mis seres más queridos, a los que más amo

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❝Siempre he vivido con el miedo de perder a mis seres más queridos, a los que más amo. Aunque a veces me pregunto; ¿Hay alguien ahí afuera con el mismo miedo de perderme a mí?❞.

Acurrucado entre el calor de mis brazos, me desperté con agitación, aturdido por el sueño. Me había quedado dormido en una mesa de la biblioteca, cuando intentaba terminar uno de los ensayos finales para la materia de literatura. La universidad carcomía mis energías y últimamente me quedaba dormido en cualquier lugar, por más incómodo que fuera. Tenía suerte de que esta fuera la última semana, antes de las vacaciones de verano. Podría volver a casa con mi familia por dos meses sin responsabilidades ni los tediosos trabajos que nos aplicaban los maestros en la UNS. Simplemente los odiaba.

Levante mi rostro y mire con confusión el reloj sobre la pared. Las ocho veinticinco y al parecer todos los estudiantes se habían largado a sus dormitorios, cosa extraña, ya que normalmente este lugar estaba repleto del día a la noche. La bibliotecaria me dedico una mirada glacial y rápidamente me levante mi asiento, tomando los pocos apuntes que había logrado obtener aquel día. Tenía que apurarme si no quería llegar tarde para la cena.

-Disculpa, el libro -Dijo la bibliotecaria, refiriéndose a mí. Me le quede mirando, aún más confundido. Ella entorno los ojos y gruño-. El libro que dejaste sobre la mesa -Señalo, molesta-. Tienes que devolverlo a su estante.

Parpadee un par de veces y aleje mi vista hacia donde segundos atrás había estado dormido. Se me había olvidado un libro de Hamlet sobre la mesita. Respirando profundamente, me devolví, tomando el libro de mala gana y dándole una sonrisa sarcástica a la bibliotecaria, que me contesto de igual forma, y soltando un "gracias".

Si había algo que odiaba y amaba de este lugar, sin duda era que tenía una de las bibliotecas más enormes que había visto en toda mi vida. Yo me consideraba a mí mismo como un come libros, así que amaba este lugar. Pero en momentos como este, cuando solo quería llegar a mi dormitorio para comer algo y después enterrarme en la cama, me era simplemente exasperante. Mucho más con una empleada como aquella.

Llegue a la sección donde todos los trabajos de Shakespeare estaban acomodados y fruncí el ceño, buscando la escalerilla para poder colocar el libro en el estante. Al parecer alguien se la había llevado a otro lado, dejándome a mí estancado, con libro en mano. Gruñí, y sin rendirme, me coloque de puntas, intentando acomodar el libro entre los demás. Si tan solo fuera mujer y utilizará tacones...

- ¿Necesitas ayuda con eso?

Me quede inmóvil en mi posición, abriendo los ojos al máximo e intentando tragar saliva, aunque era algo imposible por el nudo que tenía en la garganta. Esa voz... No. Mi imaginación me estaba haciendo una mala jugada. Una muy mala y cruel jugada. No podía ser...

Deje de batallar y me lleve el libro al pecho, girándome en seco y rogando porque todo esto fuera un sueño. Sin duda no lo era. Cruce los dedos.

- ¿Eres nuevo por aquí? Nunca te había visto.

Corazón Ciego; ChanminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora