✨ Capítulo 7 ✔︎

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❝ Fantasma y amo ❞

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Había oscurecido cuando realizaron la invocación junto a un agujero de seis metros de largo, cerca del depósito de la fosa séptica. Era un contenedor amarillo chillón, con una cara sonriente pintada en un lado y unas letras rojas que decían: «FELICES VERTIDOS S.A.».

—Esto no encaja demasiado con el ambiente de una invocación a los muertos —dijo Percy, mirando el depósito con desdén. La luna llena brillaba en lo alto, y las nubes plateadas se deslizaban perezosamente por el cielo—. Minos ya debería estar aquí.

—Es noche cerrada, quizá se ha perdido —dijo Nico, intentando sonar esperanzado.

Comenzó a verter refrescos y los restos de una cajita feliz en el interior de la fosa, mientras entonaba un cántico en griego antiguo. Al instante, los grillos enmudecieron y el aire se volvió gélido y amenazador.

Nico notó que ella tenía frío, así que se quitó su chaqueta y se la ofreció—Gracias —susurró ella, y él le sonrió.

—Dile que pare —murmuró Tyson con preocupación.

Lily, a su lado, lo apoyaba mientras los primeros espíritus empezaban a aparecer. Una niebla sulfurosa emergió de la tierra y las sombras se transformaron en formas humanas. Una figura azul se deslizó hasta el borde de la fosa y se inclinó para beber.

—¡Deténlo! —gritó, interrumpiendo su cántico—. ¡Sólo Bianca puede beber!

Percy sacó a Contracorriente, y al ver el bronce celestial, los fantasmas retrocedieron con un silbido unánime. Pero ya era demasiado tarde para el primero de ellos, que tomó la forma de un hombre barbudo con una túnica blanca y una diadema dorada en la frente. Sus ojos, aunque muertos, brillaban con malicia.

—¡Minos! —exclamó—. ¿Qué estás haciendo?

—Disculpadme, amo —respondió el fantasma, sin parecer realmente apenado—. El sacrificio olía tan bien que no pude resistirlo. —Se miró las manos y sonrió—. Es agradable verme otra vez casi en forma sólida...

—¡Estás perturbando el ritual! —protestó Lily, irritada—. Te lo dije, Minos no quiere ayudarte, sólo es egoísta.

—Niñata inmadura, deberías respetarme —gruñó Minos.

—Ah, no, aquí es cuando te callas —dijo, enfurecido—. No le hables así otra vez, siempre es lo mismo.

Minos bajó la mirada, dándose cuenta de que había cruzado la línea.

—Nico, calma—consoló—sé que tú puedes.

Todavía furioso, se resignó a continuar con el cántico al ver que los espíritus comenzaron a brillar con peligrosa intensidad para mantenerlos a raya.

—Muy bien, amo —dijo Minos, con una sonrisa burlona—. Seguid cantando. Yo solo he venido a protegeros de estos mentirosos que os acabarían engañando.

—Fantasmas—murmuro Percy con desprecio—engañosos.

Minos miraba a Percy con desprecio.—Percy Jackson... vaya, vaya. Los hijos de Poseidón no han mejorado mucho a lo largo de los siglos, ¿verdad?

Nico gruñó al escucharlo y le lanzó una mirada mortífera.

—Buscamos a Bianca di Angelo —dijo Percy—. Lárgate.

El fantasma rió entre dientes.—Tengo entendido que mataste a mi Minotauro con tus propias manos. Pero te aguardan cosas peores en el laberinto. ¿De verdad crees que Dédalo va a ayudarte?

Nuestro hogar en el mañana || Nɪᴄᴏ Dɪ Aɴɢᴇʟᴏ(edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora