Nuestro hogar en el mañana || Nɪᴄᴏ Dɪ Aɴɢᴇʟᴏ(edición)

✨ Capítulo 8 ✔︎

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❝ Ira abrumadora ❞

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Una vez que Nico se quedó dormido, los sueños regresaron. Esos que, desde lo más profundo de su ser, lo torturaban con imágenes y sensaciones que parecían arrancarle el alma.

—Luna, despierta, por favor —suplicaba, viendo a lo lejos una silueta borrosa—. No me dejes...

Pero todo lo que obtenía a cambio era silencio, un silencio insoportable que lo rodeaba como un muro impenetrable.

—Para, por favor —gimió, incapaz de contener la angustia que le quemaba por dentro.

—Debiste obedecer —la voz surgió de la oscuridad, llena de ira—. Si lo hubieras hecho, estaría viva.

Nico no podía entender de dónde venía tanta desesperación, tanta rabia contenida. Era como si todo su mundo estuviera al borde del colapso, listo para convertirse en cenizas.

—¡Haz que se detenga! —rogó, mientras el dolor se apoderaba de él.

—Tenía milenios más, pero TÚ provocaste esto.

—¡Cállate! —murmuró, desesperado, mirando al suelo mientras sus manos temblaban—. Por favor, cállate...

—Tú destruiste nuestro reino.

—¡Silencio! —repitió, llevándose las manos a la cabeza, tratando de bloquear las voces.

—Tú... eres un monstruo.

—¡Que te calles! —gritó Nico, mientras una bruma oscura comenzaba a envolverlo, densa y opresiva—. ¡Lily...!

De pronto, una voz se abrió paso entre la niebla.

—¿Sabes por qué estás aquí, Nico?

El chico levantó la cabeza, agotado, y vio una sombra alargada acercarse. Un ser envuelto en oscuridad, cuya presencia le resultaba extrañamente familiar.

—¿Por qué no me dejas en paz? —preguntó, con la voz rota.

La figura lo miró desde lo alto, casi con indiferencia.

—Porque mientras seas un peligro para los demás, siempre estaré contigo.

Nico intentó enfocarse, pero solo veía una silueta sombría, un reflejo de sí mismo.

—¿Por qué yo? ¿Por qué debo cargar con todo esto? —espetó, enojado—. ¿Por qué estos sueños? ¿Por qué no puedo ser normal?

La sombra se mantuvo imperturbable.

—Escucha, niño, muchas cosas parecen difíciles ahora...

—¡No me lo digas! —interrumpió Nico, sarcástico, mientras la rabia hervía dentro de él—. ¿Tú has perdido a la persona que más aprecias? ¿Has perdido a tu madre, a tu hermana, quedando atrapado en un mundo donde todos te ven como un monstruo? Si no has vivido eso, ¡no me hables de lo difícil que es!

Un tenso silencio se apoderó del lugar mientras ambos se miraban, ojos verdes contra ojos negros.

—Yo sé lo que es eso —respondió finalmente la sombra, con una calma inquietante—. Perdí a mi madre cuando tenía diez años. Mi hermano... siempre fue un maldito. Y el amor de mi vida... también la perdí.

—Tú... —Nico tragó saliva, la incredulidad se apoderaba de él.

La figura se acercó lentamente, hasta quedar frente a frente. Y entonces, Nico vio algo que lo dejó sin palabras.