4. Recuerdos

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Había sido una mañana de lunes intensa, sus alumnos siempre volvían más revolucionados de lo normal tras el fin de semana. Después, se había pasado gran parte de la tarde preparando actividades para hacer con sus niños, que le servirían fácilmente para toda esa semana.

Tras eso decidió no dejar para otro día la búsqueda de academia de baile para su sobrina. Quería que estuviera bien situada; cerca del colegio y de la casa de su hermano y su cuñada, que estaba tan solo a un par de calles de la suya propia.

Había encontrado tres academias que satisfacían sus necesidades. Las dos primeras con las que había contactado le habían dado una clara negativa, ni siquiera se habían molestado en buscar algún tipo de solución para que la niña pudiera acudir a clases.

Así que ya no tenía demasiadas esperanzas con la última. "Academia de baile Lola Indigo", tenía muy buena pinta. Había estado ojeando la web durante unos minutos, y era la que mas le convencía. Tenían clases para todas las edades y de estilos muy variados. Podía verse desde lejos todo lo que había invertido en aquél sitio y el buen nivel, así que estaba segura de que su sobrina estaría en un buen lugar.

Un tono.

Dos.

Tres.

Y justo cuando iba a rendirse, una voz al otro lado del teléfono.

Academia Lola Indigo, buenas tardes.

—Hola. — contestó aliviada, pues ya creía que nadie iba a atenderle el teléfono - Llamaba para saber si habría plaza para una niña de cinco años.

Un momentito, voy a chequearlo. —dijo, dejando unos segundos de silencio - En principio tenemos todo completo, pero puedes pasarte por aquí con ella y vemos qué podemos hacer.

—Perfecto. — asintió. Al fin y al cabo no tenía nada que perder, así que le pareció una muy buena idea — ¿Cuándo puedo ir? — preguntó, quería asegurarse de ir en un buen momento y no desaprovechar aquella oportunidad que le estaban dando y que sabía que en otro sitio no le darían.

Mañana, sobre las cinco y media. — informó la recepcionista — Estará la jefa, que además es la profe de los pequeños. — aclaró, pues más que nada concertaba aquella cita para que Mimi viera a la Nina y le hiciera una pequeña prueba. Era el protocolo que tenían en aquellos casos, no les gustaba dejar a ningún alumno fuera, por eso hacían aquello, pero tampoco determinaba nada importante — ¿Me dejas tu nombre, por favor?

—Miriam. — dijo la gallega, y escuchó una pequeña risita al otro lado del teléfono a la que no le dio demasiada importancia. Seguramente sería una tontería — Miriam Rodríguez.

Perfecto, nos vemos mañana entonces. — dijo la chica a modo de despedida .

—Muchas gracias.

Sonrió contenta y muriéndose de ganas de avisar a su sobrina de aquello; iba a ponerse súper contenta. Sin embargo, decidió hacerlo a modo de sorpresa. La recogería después de clase, ya que por suerte estudiaba en el mismo colegio en el que ella había conseguido plaza ese año, y después de comer juntas, irían a la academia.

❤️❤️❤️

El inicio de semana siempre era un ajetreo. Preparar coreografías nuevas, buscar canciones o incluso hacer mezclas, reunirse con el resto de profesores para cuadrar horarios, etc.

La mañana iba a un ritmo muy rápido, por eso acababa agotada aunque no tuviera que impartir clases en ese horario. Aún así, y como tradición personal, cada lunes al terminar le turno de mañana, se iba a comer sola al bar que estaba a un par de edificios de su academia.

Miedos tatuados en la piel // Miriam²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora