11. Dejarse llevar

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Era la primera vez que estaba nerviosa por asistir a una de sus quedadas de viernes, pero es que esa vez era especia. Esa vez había invitado a Miriam. Le había costado muchísimo esfuerzo y alguna que otra promesa que esta aceptara la invitación cuando se lo propuso mientras tomaban aquél café en casa de la gallega.

El plan de aquella noche era una cena tranquila, un par de copas y después, lo que surgiera. Mimi y sus amigos eran así; nunca había un plan cerrado, fluir siempre era una buena opción.

Por eso, porque todo era mucho más divertido con ellos, Laura y Ricky estarían allí. Y, aunque sabía que las risas estarían aseguradas, también estaba convencida de que aquél par aprovecharía para hacer bromitas de las suyas, y no estaba segura de si a Miriam le harían tanta gracia.

—¿Te falta mucho? — escuchó como le gritaba su compañera de piso.

Sí, le faltaba muchísimo. Seguía en ropa interior frente a su armario abierto de par en par buscando algo que ponerse, con el pelo mojado y sin maquillar. Así que no, no estaba lista para salir ni mucho menos.

—Mimi, tía. ¿Qué coño haces? — habló Dama entrando en su habitación y viendo el estado en el que seguía — Mírame. — pidió, y la granadina hizo lo propio.

Laura sonrió al ver su carita, parecía una niña inocente y perdida, y eso solo significaba una cosa; Mimi estaba empezando a pillarse de verdad. La morena no encontraba otra explicación a aquél nerviosismo aparente en Mimi.

—No sé... No sé qué ponerme. — titubeó la rubia.

—Buah, estás encoñadísima, tía. — soltó una risita — Tú te vas a relajar y yo te voy a ayudar. — ordenó.

Mimi seguía estática en su sitio, dejándose hacer y zarandear por su amiga de un lado a otro, mientras sacaba ropa de su armario.

—¿Pantalón o vestido? — preguntó la morena, pero no obtuvo respuesta, así que tuvo que contestarse ella misma — Vestido. — afirmó segura — Todo es mucho más fácil con un vestido. — y al escuchar eso Mimi pareció salir de su trance.

—¡Laura! — la reprendió rápidamente, pese a estar acostumbrada a ese tipo de comentarios, e incluso ser ella la que los hacía — Vamos a olvidarnos del tema, esa tía es hetero. — suspiró, mientras le quitaba aquella prenda de las manos de su amiga.

—A lo mejor si te ve con esto puesto se lo piensa, fíjate tú.

Así que finalmente no le quedó otra que ceder ante la insistencia de su amiga; se enfundó aquél vestido negro junto a unas de sus plataformas y se maquilló como normalmente lo hacía.

—¡Así, sí! — gritó Laura emocionada.

Y Mimi no pudo hacer otra cosa que sonreír al mirarse al espejo. Sí, estaba radiante. Y no solo lo estaba, si no que se sentía así. No podía parar de sonreír y nunca había tenido tantas ganas de salir un viernes. Y así, ensimismada como estaba, ni siquiera escuchó el timbre sonar, ni como Ricky se aproximaba por detrás y la abrazaba.

—¡Maricón, que susto! — gritó, propinándole un manotazo, pero girándose rápidamente y dejándose abrazar por su amigo.

—Dios, me sé de cierta pelirroja que va a flipar. — dijo, apartándose ligeramente de ella para mirarla de arriba abajo.

—No os soporto. — sentenció la rubia — A ninguno de los dos. — añadió al ver por encima del hombro de su amigo como Laura la miraba con una sonrisita pícara.

❤️❤️❤️

Aquellos tres llevaban más de diez minutos esperando a cierta gallega, y Mimi, inevitablemente, estaba empezando a desesperarse.

Miedos tatuados en la piel // Miriam²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora