| Legolas |Temática: Amor entre el Principe de los elfos y la Reina de Mordor.
Advertencias: Violencia y sangre.
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La guerra de los cinco ejercicios había comenzando. El difunto cuerpo de un joven elfo acababa de caer al suelo, acaba de morir a manos de Narwen, cuando la espada de ella atravesó su cuello. Ella empezó a correr, paso al lado de varios orcos, la mayoria muertos pero no le dio importancia. Tenia un objetivo y lo iba a conseguir.La chica se bajo de su huargo blanco y gris, llamada Dama. Se acerco hacia la fortaleza mientras bajaba se quitaba la capucha. Azog le esperaba en la puerta del lugar.
— Tu padre quiere verte.—susurro Azog en lengua negra cuando la femina se posiciono a su lado y empezaron a andar por los oscuros pasadizos del lugar. Narwen sintió un escalofrío cuando el orco le agarro con sus congeladas manos en el momento en el que subieron las largas y peligrosas escaleras.— Estás muy callada ¿Que te pasa?
— La guerra se aproxima.—la chica respondió eso intentando restarle importancia a su humor. Se subio el vestido al ver que se iba a tropezar.
— ¿No tienes ganas de matar elfos, humanos y enanos?—el pálido orco se fijo en la desilusionada cara de la mujer mientras seguían caminando.
— Supongo.—miro hacia atrás, dama los seguía. Narwen se echo la mano hacia su pelo y lo paso despeinandose un poco.
Cuando llegaron a una sala el orco, suspiró sabiendo que la noticia que le tenia que dar el nigromante a su hija no se iban a gustar.— Pasa por la puerta y sigue recto ahí esta tu padre.
La rubia siguió las instrucciones del orco, hasta llegar a un lugar sombrío donde costaba respirar, lo supo, ahí estaba él.
— ¿Padre?—una sombra negra se formo a su lado, Narwen sonrió al ver que su padre estaba recobrando fuerzas.
— Cariño, los enanos han recuperado la montaña. Los ejercicios de Azog avanzan rápidamente hasta Erebor la guerra se avecina.—Sauron hizo una de sus típicas pausas dramática para recibir la completa atención de la menor.— Nar Necesito encomendarte una misión.—ella miro a la sombra cambiante, con una ceja alzada.- Quiero que me traigas la cabeza del Rey del Bosque Negro.
Narwen suspiro y miro hacia un lado conteniendose. El nigromante ignoro la reacción de su primogénita y le explicó que si Thranduil muriese se pondrían apoderar del bosque negro y seguidamente de los demás reinos elficos haciendo expandirse el reino oscuro de Mordor. Aunque Narwen no le prestó mucha atención, ya que en su mente solo se repetía una sola frase: Quiero que me traigas la cabeza del Rey del Bosque Negro.
Tendría que matar al padre de su pareja. La espada blanca que portaba chorreaba gotas de sangre de diferentes tipos de razas, incluidos elfos, enanos y algún que otro orco que le molestaba. Intentaba pasar desapercibida, caminaba lentamente buscando al Rey.
Derrepente algo tiro de ella escondiendola detrás de un muro. No le dio tiempo a reaccionar cuando sintió encima de sus labios otros suaves y finos. Ella sonrió en mitad del beso, sabia perfectamente quien era.
Narwen apoyo su frente sobre la del contrario mientras unía sus manos.— Es muy arriesgado estar aqui juntos.—la femina alzo la mirada encontrándose con esos ojos azules que tanto amaba.— ¿Sabes lo fácil que seria para mi eliminarte como adversario ahora mismo?
— Nunca harías eso.—con la mano que tenia libre acarició la mejilla de la chica. Legolas miro hacia arriba intentado que no se notase que hace unos minutos estuvo llorando por ella, tenía miedo, si Legolas tenia miedo, miedo a perderla, miedo a perder a lo mejor que tuvo en su vida, miedo a no volverla a verla nunca.
— Legi, Meleth Nin [amor mio].—la chica se puso de puntillas y le agarro del cuello tirandole un poco para abajo obligándole a mirarla.— Todo va a salir bien.—cuando la mirada de los dos se conecto, legolas vio los caóticos pero hermosos ojos rojos de la chica, para el eran perfectos, le recordaba a una preciosa puesta de sol o más parecido a un incendio, ya que ella era fuerte y decidida como nadie.
Narwen vio los ojos color ártico de él. Y esa paz que le trasmitía, era igual que el cielo en las tierras donde su padre no había plantado su semilla del mal, aquellas tierras que su amado había prometido llevarla cuando todo finalizase. En eso momento todos los pensamientos negativo se fueron volando, y con ello todos los miedos y inseguridades que tenían, solo asi podían calamarse estando uno junto al otro.
La relación de Narwen y Legolas era perfecta, claro a su manera. Siempre estaban uno para el otro, eran ellos contra el mundo. Aunque claro no pondrían decir nada de lo suyo.
Legolas se fijo en la pizca de duda y de miedo. Sabia que algo no iba bien, pese a las palabras de la chica.
— ¿Que pasa?—Narwen no habló.— Nar, porfavor dimelo.—Legolas bajo sus manos hasta la cintura de la chica.
— Mi padre...
Rápidamente Legolas le mando callar, con esas palabras le bastó para entender todo.
— Tu padre no eres tú, tu padre tuvo elección igual que la tienes tú.—el elfo intentaba convencerla, pero sus palabras no bastaron.
— No, no tengo elección. No soy como tú, tú puedes hacer lo que quiera, yo tengo obligatoriamente que seguir su legado.
— Si que puedes.—Legolas quito las manos de la cintura de la chica y puso una enfrente suya.— Ven conmigo, empezaremos de cero. Lejos de Mordor, lejos de tu padre, lejos del mal, tu y yo solos, sin pasado.
— Estas loco.—Narwen río, aun así tomo su mano.— ¿Como lo haremos?
— Mi padre me hablo de un montaraz, iremos a su búsqueda de él.
— ¿Y si nos descubren?
— Mi padre tiene un tinte rubio que te quedará fenomenal.—el chico cogió un mechón del pelo de la contraria y se lo imagino rubio.
Al final de la guerra, Azog había caído y los orcos se habían retirado, la pareja aprovecho el momento para salir corriendo hacia el reino del bosque. Su primera parada.
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ఌ︎ 𝙾𝚗𝚎-𝚂𝚑𝚘𝚝𝚜 𝙾𝚛 𝙸𝚖𝚊𝚐𝚒𝚗𝚊𝚜 «𝚃𝚑𝚎 𝙼𝚒𝚍𝚍𝚕𝚎 𝙴𝚊𝚛𝚝𝚑»
Fanfiction⁂ Pequeñas historias o Imaginas de La Tierra Media. ☁︎ Puede contener Contenido +18. ☁︎ Todos los derechos reservados y queda prohibiada la copia o adaptacion sin mi permiso. ™ ☁︎ Todos los personajes son de propiedad del...