_Púdrete friki hijo de puta-
_Eso no decías anoche cuando estaba entre tus piernas -
La mayoría del tiempo quería matarlo, pero en muy pocas podía llegar a quererlo.
Dos personas que se odian con toda el alma y un par de situaciones que les hacen...
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Llegamos a casa en mi auto porque a su camioneta la habíamos dejado del otro lado de la manzana por precaución de que mis padres o alguien más viera que tenía visitas en casa. Las chicas de la limpieza se iban a las nueve en punto luego de hacer la comida, pero supuse que se habían ido más temprano porque nadie estaba en casa.
_ Entra – lo deje pasar para luego poner llave en la puerta.
_ Wow, esto es una mansión - se sorprendió. Lo vi observar cada detalle de la casa. Era una de las casas más grandes de Hawkins y estaba ubicada en el barrio más lujoso, todos reaccionaban igual, pero a mi parecer la casa era una mierda. Me sentía mil veces más cómoda en casa de Eddie que en la mía para ser sincera.
_ Es una porquería - contesté - vamos a mi habitación. - lo guie por las escaleras pasando por el largo pasillo hasta llegar a mi habitación que en la puerta tenía colgado un cartel de no pasar.
_ Linda decoración - Entró viendo todo a su alrededor. Mi habitación tenía la mayoría de cosas en color negro y gris, porque era el único lugar que podía poner las cosas de la forma en que quería. Algunos posters pegados en las paredes junto con algunas luces y una que otra pequeña planta por algunos rincones.
_ Podría verse mejor – Lo vi pararse a un lado de mi escritorio pasando sus dedos por encima de algunos libros que tenía allí. Yo me recosté en la cama con algo de cansancio mientras veía lo que hacía. La vista de su cuerpo paseando por toda mi habitación que era mi lugar seguro me traía mucha calma por alguna razón.
_ ¿Eres religiosa? - preguntó cuando notó un crucifijo colgado en una de las paredes. También tenía un rosario colgando de mi espejo.
_ Mis padres me obligan - comenté- Soy una chica de iglesia por obligación - bromee.
Él se dio la vuelta mirándome recargando su cuerpo en el escritorio. - O sea que vas a misa, te arrodillas y rezas - asintió. Empezó a jugar con los anillos en sus dedos metiéndolo y sacándolo de su dedo índice. Yo lo miré atentamente y me senté en la cama.
_ Si, hago todo eso - asentí. Baje mi vista hasta sus manos. Eran adictivas debo admitirlo.
_ ¿y tus padres saben que te arrodillas no solo para rezar? - preguntó con su voz un poco más gruesa de lo normal.
_ No lo saben - sonreí sabiendo a que se refería.
_ y tu padre ¿Sabe que no solo le dices papi a él? - volvió a preguntar acercándose a mi cama con pasos lentos. Yo solo suspire siendo tentada por sus palabras.
_ Tampoco lo sabe – negué con mi cabeza. Él se arrodillo en mi cama y se acercó a mi rostro con una sonrisa.
_ Tienes muchos secretos pequeña pecadora – susurro cerca de mis labios.
