Prentendamos que sí

14.3K 859 750
                                    

—Capítulo XVIII—

En este mundo es más importante parecer que ser.

Estaba sentada en la oficina de Mattia. Él estaba fuera discutiendo con el equipo de prensa y debatiendo qué hacer con todos los rumores. Pronto terminaron de discutir y Mattia abrió la puerta de su despacho.

De la manera en la que sus pasos resonaban contra el suelo y cómo abrió la puerta se podía deducir que no estaba muy feliz.

—Te mataría pero como no sé dónde esconder el cadaver no lo hago —simplemente dijo a entrar.

Bajé la cabeza al suelo avergonzada.

—Podrías incinerarme.

Intenté decir para que la situación no fuera incómoda aunque digamos que no funciono muy bien porque su cara de seriedad se mantuvo como si estuviera tatuada en su cara.

La pelea de Leclerc con Pierre había sido el último domingo en Mónaco, aunque hoy martes ya estábamos de vuelta en Italia en la sede de Ferrari.

—¿Tú sabes para qué te contrate?

Asentí lentamente.

—Para encargarme de los pilotos.

Mattia sonrió pero fue una sonrisa de: "te sonrío pero en realidad quiero matarte"

—Exactamente —como buen italiano gesticulaba mucho con cada palabra que pronunciaba—. Ahora, explícame qué defines tú como "encargarte"

Tragué saliva.

—Asegurarme de que ninguno de los dos se meta en líos.

Mattia volvió asentir con esa sonrisa grabada en sus labios.

—Por favor, contéstame una pregunta: ¿Consideras que una pelea pública en Charles y Pierre es un lío?

Bajé la mirada al suelo.

—Sí.

—Y, ¿consideras que hubiera una discusión de pareja entre Charles y
Charlotte por una infidelidad causada por ti, es una pelea?

—Sí.

—¿Crees que has hecho bien tu trabajo como encargada de pilotos?

—No.

Hubo un silencio después de eso.

Al menos no me ha gritado —pensé.

—Noelia, yo te considero mi hija, lo sabes, ¿no? —su voz era mucho más calmada y me hizo levantar la mirada hacia él—. Y tampoco es como si te quiera regañar honestamente —paró un instante para pensar dos veces—. Bueno..., no importa. La cuestión es que a veces te enamoras de la gente equivocada y sale mal, pero tienes que entender que como tú jefe y el jefe de Charles, no puedo permitir que la imagen pública de Ferrari se vea afectada.

—Yo nunca quise que nada de esto pasara —le respondí al borde de las lágrimas—. Intenté hacer todo lo posible para evitarlo.

Mattia me mostró una sonrisa triste.

—¿Te acuerdas de lo que siempre te decía tu padre? —me pregunto en un intento de hacerme sentir mejor.

Asentí.

—Que las mentiras tienen las patas cortas —sonreí al recordar a mi padre pero la gran nostalgia que sentía hizo que perdiera esa sonrisa.

—Así es —se colocó en la silla mientras pensaba qué decirme—. Te estaría mintiendo si te dijera que no me esperaba que algo así pasara.

300km/h | Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora