Por siempre, para siempre y nunca más

12K 750 478
                                    

—Capítulo XXIII—

La vida es así... no es ficción, es la realidad.

Mattia salió casi tan rápido como entró y desapareció por los pasillos dejándome totalmente anonadada.

¿Qué acaba de pasar? —me pregunté cuando mis neuronas ni siquiera era capaz de conectar.

Charles, digo, Leclerc todavía estaba tan cerca que con solo respirar reducía la distancia que nos separaba. Y mientras todavía tenía sus manos colocadas en la parte baja de mi espalda y su cuello hundido en mi cuello, me di cuenta de que ni siquiera se había enterado de lo que acababa de pasar.

—Charles... —intenté detenerlo—. Charles...

Levantó su mirada y nuestros ojos se volvieron a reencontrar.

No puede evitar fijarme en sus labios entreabiertos y ligeramente inflamados.

—¿Qué pasa? —su voz sonó ronca.

—¿No lo has escuchado?

Negó con la cabeza.

—¿El qué?

—Mattia acaba de vernos.

Abrió los ojos como platos.

—¿Qué?

Lo aparté con cuidado y después corrí hacia la puerta, pero antes Charles me llamó.

—Espera.

Me giré rápidamente.

—¿Qué pasa?

—Deberíamos hablar de esto —dijo mientras se rascaba la nuca.

Lo miré incrédula.

—¿Ahora?

Asintió.

—¿Te parece un buen momento?

Se encogió de hombros.

—No nos va a perdonar porque vayas corriendo lo más rápido que puedas detrás de él.

Me quedé anonadada.

—Mi padre me acaba de ver liándome con su piloto, ¿y tú crees que es un buen momento para ponernos a charlar?

—Noelia...

—Ya dejare de tonterías —dije mientras salía de la sala de conferencias en dirección al despacho de Mattia.

Charles me corrió detrás de mí mientras pensaba qué coló le iba a decir para arreglar esto.

—Vete ya, Leclerc —me quejé mientras recorría lo más rápido que podía los pasillo de la sede.

—Al menos déjame ayudarte —respondió.

Me frene en seco.

—¿Ayudarme? No me ayudaste en nada mientras estaba Arthur y mucho menos después de que se fuera.

—No te obligué a besarme.

—Eso es debatible.

Sin pararme mucho a conversar, seguí caminando lo más rápido que pude y pronto hube llegado a despacho.

Frené ante la puerta y toque antes de entrar. Mattia no respondió pero sabía que estaba ahí dentro.

Abrí la puerta con cuidado al mismo tiempo que llegaba Leclerc.

—O fantástico, sois lo dos.

Leclerc me adelantó.

—Fue mi culpa, ella no tuvo nada que ver-

300km/h | Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora