Solo una explicación

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—Capítulo XXVII—

Soy demasiado cobarde como para decirte la verdad a la cara.

Miré el teléfono fijamente dudando entre qué hacer.

—Puedo ver que estás muy ocupada —dijo Otmar—. No te hago perder más el tiempo, cuando termines con la llamada pasa a la oficina de recursos humanos ello te explicar más a profundidad.

Le mostré una sonrisa sincera.

—Muchas gracias, no les decepcionaré —dije aunque en el fondo rezaba por qué fuera verdad.

Mientras el teléfono no dejaba de soñar.

Cuando Otmar se hubo ido, Pierre me mostró una sonrisa ladeada.

—¿No vas a contestar?

—¿Sabes quién soy? —no pude evitar preguntarle.

Él soltó una risilla.

—Cómo no te voy a conocer. Charles habla mucho de ti —se corrigió rápidamente—, hablaba.

Le mostré una sonrisa amarga.

—Cosas buenas, espero.

Ladeó la cabeza pensando.

—Digamos que sí —sonaba a mentira—. Pero eso no es lo importante ahora, no lo dejes esperar.

Miré al teléfono y luego lo miré a él.

—¿Cómo sabías que era él?

Pierre se encogió de hombros.

—¿Vas a contestar? —se limitó a decir.

Inhalé profundo y pegué el móvil a mi oído.

—¿Hola?

—¿Hola? —preguntó alguien desde la otra línea claramente enfadado—. Desapareces en mitad de la temporada sin despedirte y te vas al otro equipo sin siquiera decirme nada y todo lo que tienes es un "hola"

Tragué saliva y luego dije:

—¿Cómo sabes sobre...?

Me detuve antes de terminar la pregunta cuando me giré y miré a Pierre que desde la lejanía tenía esos ojos azules clavados en mí con una mirada pícara.

Asentí con la cabeza en forma de rendición.

—Claro, Pierre.

Charles bufó desde el otro lado del teléfono.

—¿En serio? —preguntó con indignación—. ¿Pierre? ¿No hay un como has estado ? ¿Por qué rompiste con Charlotte? —y luego añadió en voz más baja—. ¿Un te he extrañado?

Una punzada de culpabilidad me volvió a pinchar.

Leclerc me había intentado pedir perdón durante la fiesta, o al menos había intentado volver a empezar de nuevo, ¿y que había hecho yo? Claro, me lie con su mayor enemigo.

Genial.

Así soy yo.

Jodiendolo todo.

—¿Qué planeabas hacer, Noelia? —siguió preguntando—. ¿Simplemente llegar un día a Barhein saludando por el Paddock?

—Honestamente no tendría de saludarlos a ti o a Carlos.

Leclerc bufo de nuevo.

—¿Entonces querías que todo lo nuestro hubiera acabado en una conversación de dos minutos en mitad de una fiesta? —preguntó con el ego dañado—. ¿Eso es lo que soy para ti?

300km/h | Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora