Mejor Mirar hacia atrás

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—Capítulo XXI—

Lo admito. Soy egoísta; y además me gusta ver el mundo arder.

Mientras veía a Leclerc avanzar posiciones desde el final de la parrilla, no podía evitar pensar en lo que Carla y Alison me había dicho.

El plan podía funcionar, claro, pero era muy complicado y para que funcionase nadie podía saber el plan completo.

Ni siquiera Carlos.

E incluso yo solo sabía las algunas partes.

***

Cuando hubo acabado la carrera, Leclerc estaba bastante feliz, porque aunque no hubiera quedado primero, había hecho lo mejor que había podido.

Quise ir a celebrarlo junto a él pero me detuve al ver como Charlotte se acercaba y le daba un suave beso.

Mentiría si dijera que no estaba celosa.

Me di la vuelta y caminé en dirección contraria. Había aprendido mi lugar pero entonces llegó la llamada.

Tragué saliva al ver su nombre en la pantalla.

—¿Arthur?

Escuché un ruido raro del otro lado del teléfono que solo puedo describir como un ruido causado por la incomodidad.

—No te llamé porque pensé que no quería hablar conmigo —dije al ver que el no tenía la intención de hablar.

Tardo unos segundo en contestar.

—No quería hablar —admitió—. Pero creo que me merezco una explicación.

—Tienes toda la razón —mientras hablaba daba vueltas por el garaje nerviosa—. Pero —me mordí las uñas—, ahora mismo acaba de acabar la carrera así que...

No pude terminar la frase antes de que el dijera algo.

—Quiero una explicación en persona —dijo firmemente.

Me puse pálida.

¿Puedo explicar lo que hice mientras lo miró a los ojos?

—Vale, está bien...

—No vemos en Maranello pasado mañana —añadió rápidamente y tras eso cortó.

Me quedé unos instantes mirando al teléfono debatiendo si esto era un buena o mala noticia. Porque podría perdonarme y volver a estar juntos o podría decirme mis verdades a la cara.

Pero de pronto escuché algo detrás de mí y me di la vuelta casi instantáneamente.

Leclerc levantó las manos en son de paz.

—Solo venía a decir hora —dijo como lo hubiera acusado de algo.

Mis mejillas se sonrojaron de vergüenza con el simple hecho de pensar en él escuchando lo que dije.

—¿Oíste la conversación? —no pude evitar preguntar.

Se rascó la nuca mientras mostraba una sonrisa avergonzada.

—No lo hice aposta.

Hundí mi cara en mi mano y Leclerc se acercó y puso una mano en mi hombro.

—Oye, me alegra que estes arreglando las cosas con él.

Di un paso para alejarme disimuladamente de él. Es simple contacto  con él hacia que mi piel se erizaba y eso no podía pasar.

300km/h | Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora