— Te felicito. — Zhan estaba al lado de Yibo en su camilla. Aunque ninguno se atrevía a decir nada... Las miradas entre ambos dejaban mucho que desear.
El pelinegro escuchó el ruido en la puerta. — Ya la traen.
Yibo se puso nervioso. Antes se había desmayado y no la había podido ver bien. Zhan lo tomó de la mano. A su lado Jhonny analizaba todo.
— Mírala! Es...
Yibo la tomó y recordando como había sido todo desde el comienzo, se sintió nostálgico por casi haber tomado una mala decisión. — Tan hermosa.
Los colores de la niña ahora eran un poco más como los de su padre.
Zhan la sostuvo entre sus brazos. La palma de Yibo permanecía ahí... — Ambos tan cerca. Jhonny empezó a sentir que si alguien sobraba en la habitación, no era Zhan... Era el.
— Mimo va a estar feliz! — Yibo le dio una sonrisa agotado. Suspiró y acarició las mejillas.
El otro irrumpió el momento de nuevo. — ¿Puedo cargarla?
***— ¿Te estás vengando?
— ¿Ah? No se de que estas hablando, pero Yibo está dormido. Este no es momento ni espacio.
— Xiao Zhan, yo sé que te lastimé.
— Basta Jhonny! No quiero saber. Estoy pasando el capítulo... Basta!
— Entonces, ¿Por qué te estás vengando? ¿Por qué le estás haciendo eso a Yibo?
— No sé de qué hablas.
— Vamos Zhan, esas miradas... Fingir que te gusta alguien cuando esa persona está en su momento más vulnerable.
— Todos son vulnerables, ¿Menos yo?
— Tu nunca me necesitaste!
— Eres un idiota!
— Admitelo Zhan... Tienes tu vida hecha con o sin mí. Nunca te importe ni me necesitaste lo suficiente.
— Eres un descarado! ¿Por eso hiciste que lo echaran? Para que dependiera totalmente de ti y pudieras alimentar tu ego de macho alfa.
— ¿Tu me juzgas a mi? ¿No le estás dando un trabajo?
— Es totalmente diferente y no tiene nada que ver.
— Entonces, ¿Por qué no le dijiste que eres su jefe?
— No tengo porque darte explicaciones. Lo que haga con mi vida no es tu problema.
— Solo quiero entender, ¿Desde cuando eres homosexual? ¿Enredarse con otro doncel delante de tu propio hijo?
— Jhonny ... Callate!
Zhan respiró profundamente. Yibo murmuró desde la camilla con ojos inexpresivos. — Si, Zhan... Si eso es cierto... ¿Por qué no me dijiste?