Epílogo.

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— ¡Ya no puedo más!— gritó mientras tiraba la pequeña lonchera de cebras en el sofá de la sala.

— ¿Qué pasa, mi vida?

— ¡Estoy molesta!

— ¿Qué pasó ahora?— se sentó en el mismo lugar donde la niña había lanzado el objeto mientras montaba un berrinche debajo de la mesa de centro que estaba sobre una alfombra grisácea— No puedo saber lo que te pasó si no te comportas y me dices porqué estás así.

— Estoy enfadada— dijo con su carita pegada a la tela peluda haciendo que su voz aguda se distorsionara un poco.

— Eso ya sé, lo que quiero es que me digas qué pasó para que estés así.

— Me voy a esperar a que llegue papi para reclamarles a los dos…

— Entonces ve a quitarte el uniforme en lo que llega— ordenó.

— Estoy muy enojada como para hacer eso.

— Hazle caso a tu madre— ordenó una voz autoritaria mientras entraba a la casa.

— ¡Papi!— la niñita alzó la cabeza para luego hincarse en su lugar.

— ¿Cómo están mis dos amores?— preguntó acercándose a las dos para darles un beso a cada una.

— Yo mal— renegó en un puchero y cruzándose de brazos.

— ¿Qué pasó?— se sentó en el sofá, dejando su maletín en la mesa de centro.

— Estoy enojada con mis compañeros, pero más con ustedes dos— señaló a los adultos.

— ¿Con nosotros?

— Sí, mamá.

— ¿Por qué?

— Porque por su culpa mis amigos me molestan.

— Y nosotros tenemos que ver en…

— ¡En mi nombre!, ¡Por su culpa mis amigos siempre me dicen cosas!

— ¿Qué clase de cosas?

— Pues… me dicen “Ghana peso”, “Ghana elotes con chile del que pica”, “Ghana esto, Ghana lo otro”… ¡¿Qué clase de nombre es ese?!

— Ya te hemos dicho que es el nombre de un país de África— aclaró su madre.

— Aún así, ¡¿qué clase de nombre es ese?!, ¡¿quién le pone a su hija un nombre de un país africano?!

— Bueno… las personas que les ponen a sus hijas, Libia o Kenia…

— Pero esos se escuchan normales— hizo un puchero.

— Pero tú no eres normal, mi amor, eres única, así con todo y tus reclamos— su padre tomó su pequeño cuerpecito entre sus brazos y la acunó en ellos.

— Pero es que, ¿por qué ese nombre?, todos lo escriben mal, siempre se les olvida la ‘H’.

— Ellos son unos tontos entonces— mencionó su madre acercándose a los dos.

— Cuando sea grande me voy a cambiar el nombre.

— ¿Tanto lo odias?

— Yo lo que quiero es que ya no se burlen de mí— los volteo a mirar con la vista cristalizada.

— Si eso es lo que te hace feliz, por nosotros está bien, cámbiate el nombre…— soltó con fingida indignación.

— Es que, no quiero que se enojen conmigo…

Mi África [Cha Eun Woo y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora