El reloj marcaba las ocho en punto y EunWoo ya estaba recién bañado, afeitado y se disponía a desayunar.
Caminó a paso tranquilo hasta la habitación en donde estaba Sanha.
En cuanto abrió la puerta pudo divisar a su amigo enredado en sábanas y con la boca abierta.
Se miraba tan… tan… tranquilo dormido, por llamarlo de alguna forma a su extraña e incómoda postura en la que se encontraba plácidamente dormido; pero al pelinegro no pudo importarle menos.
Tomó una esquina de la cobija con la que estaba tapado y la jaló haciendo que su amigo se deslizara con ellas hasta el suelo.
— Ni mi mamá tenía la osadía de hacer lo que tú me hiciste.
— Ya se nos hace tarde.
— Son como las cinco de la mañana, vuelve en seis horas que todavía quiero dormir.
— Son las ocho Pinocho.
— Haré como que no dijiste eso, me das pena, harto cringe—confesó, aún con los ojos cerrados.
— Desayunaré waffles, tú sabes si te levantas o no.
— ¿Con miel?— se levantó rápido apoyándose con sus antebrazos.
— También tengo chocolate y mermelada de fresa y creo que también de chabacano.
— ¿Chabaquécua?
— Chabacano—corrigió.
— Bajo en cinco.
EunWoo ya se encontraba comiendo cuando su amigo bajó.
— ¿Te bañaste o sólo te mojaste la cara?
— Si quieres me devuelvo al baño para que me talles la cola y te asegures si estoy limpio o no.
— Cochino, puerco, marrano.
— Quiero diez waffles.
— Te doy tres y una chocolatada.
— Jugo de naranja.
— De manzana y me estoy pasando de bueno.
— Trato.
Estrecharon sus manos y empezaron a reír por su tonta y absurda negociación infantil.
Después de desayunar se quedaron un momento divagando en sus pensamientos; o por lo menos EunWoo sí lo hacía mientras ordenaba sus ideas.
¿Qué haría después de encontrarla?
No tenía ni la mas remota idea; pero estaba ansioso por ello.
— We, estaba pensando en que no recuerdo ni dónde está la casa de Conchita.
— ¿Conchita es la abuela de T/N?
— Simona la mona pelona.
— ¿Estás jugando verdad?
— Sinceramente no; hace como quince años que no vengo, ni siquiera recuerdo cómo llegar a mi antigua casa.
— No inventes, Sanhador—le reclama, un poco escéptico.
— Creo que estaba cerca de un hospital.
— ¿Tu casa o la de la Señora Conchita?
— La Concha.
— ¿Nos vamos desde ya?— murmuró— Para no perder más tiempo.
— Jalados.
Salieron de la casa en el carro de la mamá de EunWoo.
Recorrieron decenas de calles en busca de la casa; el tiempo pasaba y el rubio iba recordando algunas cosas en cuestión de direcciones.
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Mi África [Cha Eun Woo y tú]
Fiksi PenggemarA veces -si tienes suerte- ir en busca de tus sueños te lleva a conocer personas extraordinarias... al amor de tu vida, por ejemplo. Cha Eun Woo y tú.