"𝖴𝗇 𝗈𝗆𝖾𝗀𝖺 𝗇𝗈 𝗉𝗎𝖾𝖽𝖾 𝗏𝗂𝗏𝗂𝗋 𝗌𝗈𝗅𝗈 𝖾𝗇 𝗎𝗇 𝖽𝖾𝗉𝖺𝗋𝗍𝖺𝗆𝖾𝗇𝗍𝗈, 𝖾𝗇𝗍𝗂𝖾𝗇𝖽𝖾𝗅𝗈 𝗇𝗂𝗌𝗁𝗂𝗆𝗎𝗋𝖺..."
¿Qué no dice? Por dios! Lo peor que puedes hacer es retar a un nishimura, especificamente a Nishimura Riki, cometist...
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—¿listo omega bonito? —Preguntó el alfa al estar frente a la puerta del menor. Mirando como este vestía ropa en colores azules claros.
Luciendo adorable ante sus ojos. Puesto que el pantalón de mezclilla deslavado, era de los acampanados, al mismo tiempo que el suéter azul que llevaba era holgado. En su cabeza llevaba una linda boina, a diferencia del resto de sus prendas, era color blanco, al igual que sus tenis que le subían ligeramente la altura. (imaginemos a Riki, un poco más bajo de lo que es en la vida real)
—no lo sé alfa —sonrió antes de cerrar su departamento y caminar al lado del alfa. Sintiéndose genuinamente feliz.
—Tomaremos un tren ¿estás de acuerdo? —el omega asintió antes de que tomaran camino hacia la estación de trenes.
Puesto que el recinto de los padres de Hoon, quedaba a unos 45 minutos o poco más.
—por cierto alfa, te ves muy bien hoy alfa —Halago, viendo que el alfa iba realmente "elegante". Como si fuera a ir a una fiesta.
Vaya que Hoon había ocultado muy bien su "pequeño" secreto. Nada fuera del otro mundo, pero que al parecer el omega no tenía idea de que día era.
El mayor vestía una camisa negra, acompañado de un blazer o saco rojo oscuro, acompañado de unos pantalones del color de la camisa. Si que lucía bien. Aunque ese maletín le quitaba el encanto a su alfa.
—gracias bonito, tu no te quedas atrás —beso su mejilla suavemente.
Caminaron en silencio un rato más, hasta el momento en que llegaron a la estación de trenes y pagaron sus respectivos boletos, peleándose por quien pagaba, al final cada quien decidió pagar lo suyo, así no había más discusiones.
—Hoon —llamó Riki la atención del alfa, quien miraba su teléfono con una sonrisa.
Por encima se podía ver que hablaba con el resto de los chicos que tenía por amigos. — te tengo un regalo, —Hoon le dio toda su atención, apagando su teléfono. — no es mucho, pero lo hice yo mismo —saco de su mochila una bufanda color rojo, antes de ofrecersela a su alfa.
—Es muy hermosa, —miro con admiración el trabajo que había hecho el menor, notando las pequeñas bolsas que había debajo de los ojos del menor.
Seguramente y conociendo al menor, se habría quedado desvelado haciendo aquella bufanda roja.
—no tenía idea de que tejías... —su rostro denotaba cariño y felicidad, ante la prenda entre sus dedos.
—soy un manojo de sorpresas, te dije que con mis manos se podía hacer lo que sea... a excepción de postres —apresuró a decir. — mi abuela me enseñaba cuando mi padre me castigaba, sonará triste, pero aunque sea un contexto oscuro, me gusta hacerlo... me hace sentirme cerca de nana —sonrió nuevamente feliz.
