Náuseas - Starant

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El embarazo había tomado por sorpresa a todos. Peter incluso había estado fuera del país en una misión cuando Scott se enteró.

Su relación era bastante fuerte, llevaban casi 4 años juntos y ni la distancia, causada por el trabajo, había logrado crear conflictos en su relación. Honestamente el embarazo había sido un accidente, un descuido después de una noche de pasión luego de su recuentro tras pasar algunas semanas lejos. Sin embargo, accidente o no eso no hacia a su nuevo bebé menos deseado.

Los Guardianes, así era como se hacían llamar los compañeros de trabajo de Peter, habían tomado la noticia de maravilla. Sería el primer bebé del grupo y la mera idea de volverse tíos los llenaba de ilusión.

Y eso sin contemplar la reacción de Peter en sí; Scott había reaccionado de manera más tranquila pues era algo de esperarse y solo buscaba algo de confirmación; por otro lado Quill había perdido la cabeza, estar al otro lado del mundo había aumentado sus emociones, había pasado por euforia y felicidad a sentir una inmensa culpa al no estar con su esposo en momentos tan importantes como ese. Incluso por su mente había pasado la idea de dejar en trabajo a medias y regresar con el amor de su vida. Pero Scott y sus amigos habían logrado que entrara en razón y que no dejará las cosas botadas.

Afortunadamente tampoco faltaban muchos días así que su tortura fue menor.

La fiesta de bienvenida fue definitivamente diferente, está vez no solo estuvo presente Scott, sino que asistieron muchos amigos de la ahora nueva familia para felicitarlos de desearles mucha suerte a ambos.

Peter, al haber terminado recientemente un trabajo con una excelente paga, no tendría que irse de inmediato así que de esa manera la pareja pudo planear un poco su organización.

Ambos trabajaban, la diferencia es que Scott lo hacía más cerca de casa en la empresa de su mentor Hank Pym. Así que esa parte de la organización estaba cubierta, pues era obvio que Hank le daría su permiso de paternidad cuando el momento llegará. De esa manera solo quedaba ver qué ocurría con Peter.

— Sabes que no debes quedarte todos los meses aquí, ¿verdad?— dijo Scott un día por la noche mientras estaban abrazados.

— Lo sé, pero no quiero irme de tu lado. De su lado— respondió Peter acariciando el vientre de su pareja. Podía sentir un pequeño bulto en el cuerpo de su esposo.

— Vamos a tener una nueva persona con nosotras, necesitaremos prepararnos e intentar tener dinero extra— intervino Scott y al notar como sonaban sus palabras volvió a hablar— no te estoy corriendo, solo digo que no deberías dejar de lado tus propias actividades, o por lo menos no por ahora.

El rubio suspiro y se aferró más a su pareja, tenía muchos pensamientos. La paternidad era un tema sensible para él, había visto a su madre luchar sola para mantenerlo ella sola y se había prometido que él no dejaría nunca a sus hijos.

— Tengo miedo, qué pasa si me pierdo de momentos importantes. No quiero se un espectador en la vida de este bebé, quiero ser parte activa de ella— confesó en voz baja, de cierta manera le causaba un poco de vergüenza decir eso en voz alta— No quiero ser como mi padre.

— Peter— el castaño se volteó y miro fijamente al hombre que lo tenían entre sus brazos— no eres como él, nunca lo serás, eres mil veces un hombre mejor. Solo digo que no debes tomar decisiones tan apresuradas, habla con los guardianes y piensa alternativas. Por ahora debemos empezar a ahorrar y empezar a prepararnos.

— De acuerdo, de acuerdo— repitió varias veces el rubio— que bueno que aún tengo tiempo para pensarlo.

— Si, somos afortunados. Ahora abrázame que necesitamos dormir.

Peter solo rió y asintió. Adoraba tener esos momentos.

No obstante la mañana siguiente se dió cuenta que no todo iba a ser felicidad durante el embarazo.

El repentino movimiento en su costado hizo que se despertara muy deprisa y preparado para lo que fuera. Vio que Scott se había levantado por lo que a toda velocidad fue a buscarlo.

— Hormiguita— llamó Peter preocupado. No obtuvo respuesta pero pudo notar que el ruido provenía del baño.

La puerta no estaba cerrada así que Quill tuvo acceso. Pronto entendió la que sucedía, eran los vómitos y náuseas del inicio del embarazo.

— Tranquilo, estoy aquí contigo— el rubio se agachó y comenzó a acariciar la espalda del castaño, esperando que eso le ayudará.

Aún no habían desayunado por lo que realmente Scott no tenía nada que vomitar, solo tenía esa incómoda sensación.

Después de unos minutos Scott al fin pudo separar su rostro del retrete. Peter lo ayudó a levantarse y enjuagarse.

— ¿Estás bien?— el rubio pregunto.

— Si, solo son las náuseas matutinas. Créeme, estás semanas me la he pasado así, me estoy empezando a acostumbrar— bromeó el castaño mientras terminaba de enjuagarse la boca.

— Por lo menos ahora me tienes aquí y voy a cuidarte y consentirte y mimarte— Peter ya más calmado rodeó a su pareja y abrazados llegaron a la cocina.

— Que bueno, estoy harto de ser independiente y quiero un hombre fuerte que me cuide— bromeó Scott y se sentó en la barra de la cocina— es tu turno de hacer el desayuno.

— De acuerdo, ¿algunas sugerencias?— Quill se puso un mandil y sacó sus herramientas de cocina.

— Cualquier cosa por mi está bien— respondió Scott pero se interrumpió recordando algo— bueno, todo menos cosas con tocino o carne.

Peter volteó a verlo curioso, el tocino era la comida favorita de ambos no entendía porque Scott la rechazaría tan efusivamente.

— Es algo del embarazo, no soporto el olor— confesó el castaño.

Peter rió. Sabía que tendría que hacer algunos cambios a sus hábitos, aunque no esperaba que la dieta fuera a empezar tan pronto en este proceso.

— Supongo que tampoco me vendría mal estar de dieta un poco— comentó Peter para hacer que Scott dejara de tener esa mirada culpable, el castaño solía sentirse como una molestia cuando situaciones así ocurrían, y eso era lo que menos quería Quill en esos momentos— Los chicos dicen que estoy a un sándwich de reventar, ser vegetariano por unos meses me hará bien.

Scott soltó una carcajada y abrazo a Peter. Por cosas como esas amaba a ese hombre y estaba seguro que formarían una hermosa familia.

Formando Una Familia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora