Parto/Cordón umbilical - Starant

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Su trabajo de parto había empezado con normalidad. Ocurrió durante la noche, Scott se despertó al sentir las contracciones y la fuente se rompió cuando iban saliendo de la casa directo al hospital.

Ingresaron a su habitación y esperaron a que los doctores llegarán. Scott estuvo al cuidado de las enfermeras, que sorprendentemente los trataron de maravilla. Ambos esperaron pacientemente pero el tiempo comenzó a alargarse, preocupando a la pareja pero aún así estando tranquilos ya que el doctor les había asegurado que los retrasos eran comunes.

Sin embargo, con el paso de más horas los médicos se dieron cuenta de que algo estaba mal. No tardaron en dejar su sugerencia.

— Tenemos noticias. El señor Scott no está dilatando lo suficiente para tener un parto natural y la bebé no puede salir— informó el obstetra encargado intentando no alarmarlos— no es seguro seguir esperando más. Así que sugerimos hacer una cesárea de emergencia.

Los dos compartieron una mirada, desde el principio habían querido tener un parto natural, pero en ese momento sus deseos no eran prioridad por lo que aceptaron realizar el procedimiento.

— Creo que está no es tan mala idea como pensábamos— dijo Scott una vez en el quirófano y cuando la anestesia le fue proporcionada.

— Lo importante es que ustedes estén bien— respondió el rubio sujetando la mano de su esposo mientras los doctores se encargaban.

— Ahí tienen, a una hermosa niña— anunció el doctor después de un rato en silencio.

Peter se acercó para cargar por primera vez a su hija y cortar el cordón. Solo necesito verla para saber que había encontrado al amor de su vida, ella y su madre eran las mujeres de su vida.

— Mira Scott, nuestra pequeña— Peter se acercó para que el castaño la viera.

— Cassie, hermosa— respondió Scott viendo a la pequeña pero su voz se oía cansada y algo lejana.

De la nada los monitores de todo el quirófano empezaron a sonar y todos los presentes actuaron.

Un enfermero tomo a Cassandra y la llevo a revisar, mientras que otro lo guío fuera de la habitación.

— Señor no puede quedarse. Su esposo está teniendo una hemorragia y hacemos todo lo posible para ayudarlo— el hombre lo sacó y hablo con calma, intentaba no alterarlo— por favor, vaya a la sala de espera y una enfermera le informará sobre su hija y su esposo.

— P-pero todo estaba bien. El doctor dijo...— el shock invadió al rubio, había pasado de estar viviendo el mejor día de su vida a esto.

— Tranquilicese, por favor vaya a la sala de espera. Por ahora no puede hacer nada— fue lo último que dijo antes de volver a atender la emergencia.

El rubio no supo que hacer, tenía un cúmulo de emoción tan intenso que sentía ganas de gritar y llorar.

Entre tropezones salió del pasillo para ir a la sala de espera como le habían ordenado. Un nudo de había formado en su garganta. Cuando entró a la sala de los sillones se encontró con compañía, ahí estaban sus amigos y familiares, pero al verlo no supieron como reaccionar.

— ¿Peter?— su madre Meredith fue la primera en acercarse cuando lo vió sentarse con tanto dolor en su actuar.

También Hope se acercó, los otros permanecían asustados en sus lugares, el traer globos y flores ahora se veía como algo incómodo.

— ¿Qué pasó?— la voz de la castaña se oía preocupada, era obvio.

— No lo sé— dijo honestamente— estábamos bien, pero las máquinas empezaron a sonar y me sacaron del quirófano...

La voz del rubio se cortó, el tener a su madre junto a él dio la seguridad de poder desahogarse.

Todos tuvieron su turno de consolarlo, al abrazarlo y darles palabras alentadoras. 20 minutos después una mujer llegó preguntando por Quill.

— ¿Se encuentra el señor Peter Quill?— preguntó en voz alta.

— Soy yo— respondió de inmediato— ¿Qué ocurre? ¿Hay noticias de mi esposo?

— Yo...— la mujer era aún bastante joven, posiblemente eran sus primeras semanas trabajando, así que se veía abrumada por la cantidad de gente viéndola— lo lamento...

Eso asunto a todos, y ella se dió cuenta de su mala elección de palabras.

— No, yo me refiero a que no tengo información, no se asusten— dijo muy rápido— solo venía a avisar que su hija ya está en cuneros y pueden ir a verla.

Estaba avergonzada.

— Muchas gracias— Meredith respondió al ver qué su hijo caía de nuevo en su mezcla de emociones.

Solo podían ir dos personas así que Peter y su madre fueron a los cuneros. Los demás prefirieron quedarse por si alguien venía a dejar información.

Madre e hijo se pusieron la bata especial y fueron a ver a la bebé.

— Es muy hermosa— fueron las primeras palabras de la rubia. Cassie era la mezcla exacta de sus padres.

— Se parece a Scott, tiene su nariz— fue lo único que Peter podía pensar.

— Si, pronto podrá cargarla también— animó la mujer mientras seguía mirando a su nieta.

— No puedo perderlo mamá. Lo amo demasiado— las lágrimas volvieron al hombre— no voy a poder criarla solo.

— Mi amor— la mujer dejó a la bebé en su cuna y se acercó a abrazar a su hijo— Scott va a estar bien. Pero en caso de que ocurra, no estarás solo, tienes a muchas personas contigo. Además alguien le debe enseñar lo bueno que es su papá.

Peter siguió llorando, era un momento que debía ser feliz pero solo estaba angustiado.

Regresaron a la sala de espera y el rubio ya estaba más tranquilo. Para distraerlo todos comenzaron a preguntar sobre la bebé.

— ¿De qué color es su cabello?— Gamora fue la primera en intervenir.

— Se ve rubio pero posiblemente se torne café claro— respondió Peter, su voz se oía aún un poco gangosa.

De esa manera pasaron otra media hora. Cuando de la nada el doctor de Scott salió a darles noticias.

— Familia de Scott Quill.

— Somos nosotros— obviamente Peter fue el primero de ponerse de pie.

— Salió de cirugía, todo ocurrió como lo esperado. Pronto lo pasarán a una habitación donde podrán verlo, y tener a su hija ahí— sonrió, se notaba feliz por dar buenas noticias.

— Muchas gracias.

Las lágrimas volvieron a invadir a Quill, esta vez de felicidad. Incluso abrazo al doctor.

Por el momento los demás se fueron para dejar a la pareja juntos. De todos modos no todos podían pasar a ver al castaño.

Peter básicamente corrió cuando le dijeron la habitación. Scott seguía dormido, por lo que espero pacientemente. Incluso una enfermera entró a dejar a su bebé antes de que el castaño despertara.

— ¿Peter?— la voz de Scott sacó a Peter de sus pensamientos. Estaba mirando a su hija dormir.

— ¡Scott!— con cuidado el rubio se levantó para darle a Scott un beso de bienvenida y mostrarle a su bebé.

— Estoy bien, solo me duele el cuerpo— Scott notaba la preocupación por la que había pasado su esposo.

— Tuve mucho miedo— confesó Peter intentando mostrarse fuerte— no puedo perderte.

— No me vas a perder amor. Tenemos una hermosa familia que formar.

Y por primera vez Scott cargo a su pequeña Cassie.

Tal vez no había sido el momento más feliz que esperaban pero estar ahí todos juntos en paz, lo compensaba.

Formando Una Familia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora