Cólicos - Spideypool

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Ya con un mes de nacimiento, tanto Wade como Peter podían asegurar que Ellie era la bebé más tranquila y hermosa que el mundo les pudo hacer dado.

Al principio tenían miedo que las noches serían agobiantes, pero para su sorpresa la bebé tenía un sueño tan pesado que incluso llegó a asustarlos las primeras veces.

No obstante, no todo podía ser perfecto y durante esa semana se habían dado cuenta. Empezó con Ellie llorando, algo que para otros padres parecería normal incluso eso pensaron ellos al principio, pero no tardaron en darse cuenta que ese llanto era más largo que lo normal, pasando a ser horas. Llevaban tres días seguidos así, Ellie llorando a todo pulmón y solo parando después de quedar completamente agotada.

Los tenía preocupados, no mentirían. Pero no habían encontrado otras señales que fueran de alarma, ella se estaba alimentando muy bien, hacia popó de buen color y no presentaba ningún dolor o molestia en su cuerpo.

Ese tercer día, durante la tarde y una sesión de llanto llegó May de sorpresa para ver a su amada nieta. Sin embargo, no fue la bienvenida que esperaba ya que encontró a sus sobrino y yerno igualmente casi al borde de la desesperación y las lágrimas al no encontrar una solución ante su problema.

— ¿Qué le ocurre a mi pequeña?— intervino May sujetando a la bebé y permitiendo que Peter pudiera tener un respiro.

— No lo sabemos, lleva casi una hora así y no logramos que pare— dijo el castaño demasiado rápido, su nerviosismo era obvio.

— Por favor respiren— la mujer siguió meciendo a la niña mientras le hacía una intervención a ambos padres primerisos— ella está nerviosa, ustedes eran nerviosos, ya veo porque no puede calmarse. Tranquilicense, trasmitan una buena energía.

La pareja compartió una mirada incómoda, ninguno creía que las vibras o energía pero estaban muy cansados para empezar una pelea.

— Ahora sí, cuénteme que pasó— continuo May una vez que los vió tomar su respiración.

— Ellie ha estado inquieta, muy inquieta. Llamamos a su pediatra pero nos dijo que no hay signos que preocupación y que es algo normal— contestó Wade— pero no nos convence. Debe haber algo, ella nunca se comporta así.

May no era una experta pero su propio conocimiento y las cosas que había aprendido como enfermera durante los años definitivamente le serían útiles para resolver ese problema.

— Digan me los síntomas.

La castaño hizo un repaso de todo, estaba de acuerdo con el doctor, no parecía nada serio pero en serio estaba en contra de que no les proporcionara a estos padres preocupados una respuesta o solución.

Después de varios minutos de discusión y reflexión la mujer llegó a una posible respuesta.

— Podría tener cólicos lactantes— soltó de la nada.

Los dos, Wade y Peter, la voltearon a ver en busca de más respuesta.

— Es algo normal, ocurre porque los bebés comen muy rápido o si la leche materna le está cayendo pesada. Tal vez sea algo en tu dieta Peter— comenzó a explicar May.

No conocía todo, aunque por lo menos lo que les estaba diciendo les ayudaba como guía a los dos hombres.

Peter agradecía que su tía se hubiera cruzado por su casa, pues de otra manera definitivamente hubiera tenido una crisis por la situación.

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