II

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-Draken-

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(17-8)

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No puedes huir de tu destino es tan atrayente como si fuera un imán, es algo que el mundo hizo para ti y creo para complementar tu felicidad. No importar quien sea, no importa cuanto lo niegues el destino te encontrara.

Nunca le tome peso a esas palabras. Hasta este momento

Mi instinto me gritaba que me acercara que corriera a los brazos de mi omega, que el quería estar conmigo y me estaba llamando, su aroma me invadía y me marcaba a pesar de ser tan joven el sabia lo que yo era y su glandular estaba trabajando horas extras para marcarme, aunque sea con su aroma. Por mi parte intentaba con todas mis fuerzas controlarlo, esto no debía pasar. Esto era ilegal y horrible de mil formas posibles.

-Manjirou contrólate- le gritaba Shinichiro que sostenía al niño que luchaba por llegar a mi lado

-Shini-nii suéltame, es el... necesito estar con el- pronunciaba exaltado. Su pequeño cuerpo temblaba y sudaba, se notaba por como se pegaba su cabello corto a su frente- Por favor no me separes, el es mío-

-Manjirou por todos los cielos que dices...-

Ambos se encontraban en una pelea.

Pelea que debería aprovechar para escapar pero mi cuerpo no me respondía, solo sentía calor, me estaba asfixiando por los olores y por las sensaciones, mis colmillos picaban y ardían. Cada célula de mi cuerpo estaba explotando de éxtasis acompañado de adrenalina, era horrible, todo era horrible esta sensación, este olor y este sentimiento.

-Oye, oye Draken ¿me escuchas? - una voz me llama- Soy Izana te inyectare mi supresor en tu glándula no durara mucho, escapa mientras puedas-

-¿Iza-na-san?-

-Si, ¿me escuchaste? -

-Si...-

-Ok, con permiso tocare tu cuello-

A pesar de que Izana me estaba mostrando los colmillos, hablaba de forma gentil. Creo que entendía la situación, no era mi culpa, tampoco del mocoso. Era del maldito destino y su estúpida forma de emparejarme con alguien muchos años menor.

¿Por qué?

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Habían pasado tres días desde aquel incidente. Por el momento me encontraba con licencia en mi antiguo hogar que era el burdel, en el cual había crecido, fue el único lugar en el que pude pensar después de pasar aquel horrible calor infernal. Me sentía avergonzado por mi actuar, no se como mirar la cara de mi jefe ni menos a Kokonoi que ayer vino a gritarme por hacer entrar en celo a su Omega. 

-Mi Pequeño Omega-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora