El fin de semana paso especialmente más rápido de lo que me hubiera gustado. Especialmente la tarde del viernes después de habernos encontrado con Kate. Max y ella hicieron clic de inmediato. Ambas se veían cómodas jugando, bromeando e incluso platicando de cosas de la escuela. Me sentía como la extraña entre ellas dos. Mi hija sonrió en todo momento al igual que Kate.
Decidí que solo por ese día olvidaría todo mi equipaje y disfrutaría del presente. Lo hice. Disfrute el momento, el día, las personas a mi alrededor, lo que comimos, las bebidas, el clima, la platica tan amena con Kate; disfrute todo. Después de muchos años era Natasha, sólo Natasha. No la viuda, no la dolida, no la del corazón roto. Después de mucho tiempo me sentí normal.
Pero esa sensación trajo consecuencias: una enorme oleada de culpa. Había disfrutado, me había sentido feliz sin Wanda. Sí, este era el propósito principal de haber dejado New Heaven, pero nunca creí que me sentiría así de mal.
Apenas Yelena y su novia dejaron el apartamento el sábado, esperé a que Max se durmiera para llorar hasta que las fuerzas se me acabaron. Me reprochaba por estar anclada y por primera vez pensé en como sería mi vida sin cargar el ataúd en mi espalda.
El sueño llegó de forma escasa, como siempre, pero afortunadamente el domingo fue absorbido por las ganas que tenía de dejar la casa tan limpia como fuera posible. Cuidé hasta el más mínimo detalle, todo lo que fuera necesario para distraer mi mente y mi corazón del sentimiento de culpa.
Me encontraba terminando de preparar el lonche de Max; se veía tan preciosa con su nuevo uniforme. Le tomé una foto mientras tomaba su vaso de leche. Era pequeña, pero a la vez sentía que crecía demasiado rápido que sentía algunas cosas me estaban pasando de largo.
—¿Lista? —asiente con mucho entusiasmo.
—No compramos mochila.
¡Demonios! Lo había olvidado por completo.
—La compraremos en la tarde que vaya por ti, ¿te parece? —asiente nuevamente y toma su pequeña lonchera—. Recuerda comer todo y...
—Tomar mucha agua. Sí, mami, no te preocupes—sonrió.
Salimos de casa de la mano e íbamos repasando las cosas que había aprendido en el año, esperando que no hubiera problemas en relación con sus compañeros. Estaba segura de su capacidad, pero mi súper sentido de mamá se preocupaba de más. Mi corazón se rompió al llegar a la escuela. Sabía que quería mucho a sus amistades en casa y, que está decisión no había sido para nada considerada con la que ella quería, más no podía quedarme. Rogaba a los cielos que hiciera amigos rápido y que no tuviera dificultades para relacionarse.
—Te veré más tarde—la abrazo tan fuerte como puedo y ella hace lo mismo—. Pórtate bien y recuerda que te amo.
—Señora Romanoff —volteo a ver una mujer caminando hacía mí—. Me pidieron que le diera esto—la veo extrañada cuando me entrega una mochila de la Mujer maravilla con un pequeño moño en el centro.
—Lo siento, pero debe haber un error—me entrega una nota.
"Para Max Romanoff."
—¡Sí! —mi hija toma la mochila con entusiasmo—. Es como la que le dije a Kate que quería—mi mente se va a esos ojos grises-azulados.
—Gracias—digo a la mujer que de inmediato desaparece.
—Ahora ve a clases, muffin—su sonrisa ilumina su camino mientras va contemplando su mochila nueva.
Regreso a casa pensando en cómo Kate había sabido a dónde mandar exactamente la mochila. Me recriminaba por no haber guardado su número en mi teléfono para poder agradecerle de inmediato. Se había tomado una molestia tan grande que había hecho que mi hija sonriera espléndidamente. Casi corro al refrigerador para ver los dígitos y poder hablar con Kate.
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Ánima
FanfictionLa vida de Natasha ha dado muchos giros a lo largo de sus treinta y dos años. Ocho años atrás se caso con Wanda, su mejor amiga, confidente y alma gemela; poco después recibieron a Max, su preciosa hija. Apenas unos meses más tarde de la llegada de...