Capítulo 10

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Otro día más en que me veo en la necesidad de cubrir el turno de Kate. Otro día más en el que ella está atrincherada en el hospital junto a su madre y a su padre. Han pasado casi diez días desde que la acompañé al hospital después de esa fatídica llamada por la noche. He ido todos los días después de la escuela y me he mudado momentáneamente a la casa de Lena que queda más cerca de Manhattan y del colegio de Max. Quien ha pasado mucho tiempo con mi hermana; algunos días la veo por las noches todavía y otros sólo he podido darle el beso de buenas noches mientras duerme.

Esta locura está comenzando a pasarme factura; he dormido poco, el cansancio ha sido constante y de alguna forma u otra me siento como recién llegué aquí, con ese vacío en el pecho que se llena de tragedia y dolor. Kate se apoya de mí, deja a su padre cuando yo estoy ahí y nada me llena más que sentirme útil para ella. Saber que por lo menos estoy haciendo algo para poder aligerar su carga, aunque sea un par de horas.

Corro por los pasillos, hoy fue día de exámenes y sé que llegaré más de una hora a lo acostumbrado. El sonido de mis tacones es amortiguado por las charlas de algunos de los alumnos que todavía siguen aquí. Apenas me detengo para no chocar con las personas que se ponen frente a mí.

—En serio que no tengo tiempo para ustedes.

—¿Se te hace tarde para ir a ver a tu noviecita?

—Eres un desperdicio de humano —mascullo suavemente para que ellos lo escuchen, pero para que no lo escuchen los alumnos que están a mi alrededor. Hago el intento por caminar, Gretchen se pone en mi camino.

—No tan rápido, cariño —mi espalda se yergue aún más cuando me preparo a enfrentarla.

—Ya le di una bofetada a él, créeme que no tendría problemas con hacerlo contigo también y en público —voltea a ver a su amigo con ojos entrecerrados. Creo que ha omitido esa parte.

—Pronto todo el mundo lo sabrá... —comienza el chico con el ego hasta el cielo. Jalo a uno de los alumnos que están pasando.

—¿Qué demonios? —levanto una ceja— Perdón, doctora, ¿en qué puedo ayudarla?

—¿Qué piensas de la Profesora Bishop? —lo piensa un segundo.

—Que es muy buena maestra —niego.

—Que es caliente como el mismísimo puto infierno —contesta por él uno de los chicos que iba acompañándolo.

—¿Qué dirían si fuera gay o si el mismo señor Walker, aquí presente, lo fuera?

—Mientras no afecte mi calificación no me importa con quien comparte la cama —responde el chico que aún tengo agarrado del brazo. Lo suelto.

—Gracias —digo antes de regresar mi mirada al paracito del departamento de Artes—. Ahora, con toda la confianza del mundo, pueden irse a la mierda—. Casi corro al estacionamiento donde me esperan mi hermana y mi hija. Antes de alcanzarlas los alumnos a los que tomé por sorpresa se acercan a mí.

—Si quiere podemos pincharles los neumáticos, tenemos ganas desde hace tiempo ya —me echo a reír fuerte.

—Lamento lo que pasó allá adentro, chicos, perdí la cabeza.

—La entendemos. También sabemos que la señorita Bishop es gay, conocimos a su antigua novia. Creo que todo el pueblo la conoció —de pronto mis oídos comenzaron a zumbar.

—Gracias por su oferta, la tendré muy en cuenta —sin decir más me abro paso al auto.

—¿Buenas tardes? —saluda en tono sarcástico Lena.

—Exámenes, lo siento —volteo a la parte de atrás—. Hola, muffin.

—Hola, mami —su pequeña sonrisa hace que el mundo completo se ilumine. 

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