Capítulo 6

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Habían pasado ya tres semanas desde la confesión de Kate y las cosas iban bastante tranquilas entre ambas. Las miradas de complicidad, las sonrisas, el tonteo y todo lo demás estaban ahí, alocando mi corazón cada dos segundos. Me fascinaba la forma en la que me veía, también su sutil forma de estar pendiente de mí y de Max. Los abrazos han sido muy recurrentes, muchísimo. La paz que sentía cuando me sostenía era de las cosas que estaba aprendiendo a valorar más en este tiempo.

La escuela, con sus múltiples ocupaciones, ha fluido. El equipo Rocket ha estado en paz, pero no me emociona. Sé que están buscando el momento perfecto para atacar. Gretchen está entre las sombras constantemente, viendo las interacciones entre Kate y yo. Hemos sido bastante cuidadosas, hasta el extremo, pero es imposible no babear cuando la veo y ella está igual. Su mirada es tan distinta cuando se dirige a mí.

Hoy era uno de esos días donde quería usar a Walker de corbata. El sujeto era por demás insoportable. Se tomó la libertad de sacar a tres grupos del campus sin consentimiento de ninguna autoridad y sin alguien para apoyarlo. Sí, eran chicos de universidad, pero siguen siendo parte de la institución y cualquiera cosa que les pase estando con un maestro es nuestra responsabilidad. El hecho de que la policía del distrito haya llamado a Clint no representaba buenas noticias.

—¿En dónde estaban? —Clint llevaba unos buenos minutos en la llamada. Su cara no ha pasado de la preocupación al enojo—. ¿Cuántos fueron? —maldice—. En seguida voy para allá.

—¿Qué paso? —se levanta estrepitosamente de su asiento y va por su saco.

—Dos de los chicos fueron atrapados fumando marihuana—malo—. Fueron llevados la comisaría.

—¿Walker está ahí?

—Despachó a todos los grupos y se fue a casa cuando los metieron a la patrulla—se ve tan tenso—. Hijo de perra.

—Me quedaré cubriendo el resto de sus clases—me acerco para tomar su brazo—. No van a culparte.

—La junta querrá mi cabeza si son condenados—sé muy bien cómo funciona. Claro que querrán colgarlo.

—Ve—no tengo más para decir. Apenas son las diez de la mañana de lo que parecía un aburrido viernes. Será un día muy largo.

Hay mucho por decir del ego de Walker, pero sus alumnos saben de qué va la materia. Entre lo que ellos entienden y lo mucho o poco que él aporta, sus grupos no están tan mal como creía. Encuentro las clases bastante alegres y por un momento olvido el drama fuera de la escuela.

La última clase está por terminar; hablamos de pinturas de la edad media y cómo reflejaban mucho con muy poco. Cuadros simples que daban a conocer cómo era la vida antes. Los alumnos están muy participativos, más de lo que pude haber esperado. Les pido que hagan una lectura más para la clase del lunes y con eso cierra la sesión. Apenas sale el último alumno dejo salir el aire que contengo y mis pensamientos vuelan hacía Clint.

—Dra. Romanoff—volteo a la cálida voz de Peggy—. ¿Todo bien? —niego. Me toma unos minutos explicarle qué fue lo que pasó—. Suena horrible, pero es lo mejor que pudo haber pasado.

—¿Sí?

—Piensa, necesitan armas para que aprenda su lección. Quizá no lo corran de aquí, pero si pueden quitarle horas. Le dan en lo que más le duele: su ingreso.

—Entonces debería comenzar a trabajar en eso.

—No, te ves más vieja que yo, lo que sea que harás puede esperar al lunes. Quizá quisieras hablar con cierta persona antes de irte—trato de no mostrar ninguna emoción—. No todos los viejos somos ciegos—no puedo evitar echarme a reír.

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